Los representantes de los países mencionados y el embajador de la delegación de la UE en China, Hans Dietmar Schweisgut, firmaron entre los días 27 y 28 de enero dos cartas, expresando la inquietud acerca de la nuevas leyes antiterrorista, el proyecto de ley de seguridad cibernética, y un proyecto de ley sobre la gestión de las oenegés, informó la agencia noticiera británica Reuters.
Estas leyes exigen a las empresas de telecomunicaciones y proveedores de servicios de Internet proporcionar apoyo y asistencia técnica, incluyendo el descifrado, a las autoridades. El Gobierno dice que el aumento de la actividad en línea de los terroristas justifica los nuevos requisitos y las nuevas medidas permiten amplios poderes para el Gobierno en combatir las amenazas descubiertas, a partir de una amplia censura al control mayor sobre algunas tecnologías.
Aunque reconocemos la necesidad de cada país en resolver sus problemas de seguridad, creemos que las nuevas medidas legislativas tienen el potencial de frenar el comercio, la innovación, e incumplir la obligación de China para proteger los derechos humanos de conformidad con el derecho internacional", dijo la carta firmada por los representantes de Estados Unidos, Canadá, Alemania y Japón.
El embajador del bloque europeo expresó su interés en colaborar con China y saber el funcionamiento de los reglamentos de aplicación de la ley de todo, para tratar de mitigar esas preocupaciones.
La oficina de Información del Consejo de Estado de China, el Ministerio de Seguridad Pública y el Ministerio de Asuntos Exteriores no respondieron inmediatamente a dichas solicitudes por eso EE.UU., Canadá, Alemania, Japón y la Unión Europea abogan por conversar con el país asiático y escuchar sus observaciones.
"Aunque reconocemos la necesidad de cada país en resolver sus problemas de seguridad, creemos que las nuevas medidas legislativas tienen el potencial de frenar el comercio, la innovación, e incumplir la obligación de China para proteger los derechos humanos de conformidad con el derecho internacional", dijo la carta firmada por los representantes de Estados Unidos, Canadá, Alemania y Japón.
China defendiendo sus nuevos proyectos dio un ejemplo de un acto muy parecido en Washington cuando ocurrieron los atentados de 11 de septiembre y el país norteamericano aprobó leyes antiterroristas a favor de su patria y agregó que las nuevas medidas, incluyendo la censura elevada, eran necesarias para garantizar la estabilidad en el país de más de 1,3 millones de personas.
Los diplomáticos de las grandes potencias explican a Pekín que puede contar con la cooperación de los firmantes de las cartas más que nunca, y que con los problemas económicos actuales y el mercado frágil que tiene este país tiene que tener la confianza de los invasores extranjeros.
Los embajadores estaban preocupados sobre todo por las disposiciones que requieren las empresas nacionales e internacionales en obtener los permisos a través de dar sus datos completos por la seguridad del país chino, algo que el Gobierno de Pekín ve muy lógico.
Los críticos han dicho que el proyecto de ley corría el riesgo de asfixiar el trabajo de las organizaciones no gubernamentales (ONG), exigiéndoles conseguir patrocinadores oficiales y dando amplios poderes a la policía para regular sus actividades.
Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón y la Unión Europea, no han quedado conformes con la respuesta que le había dado China en el sentido de que estas decisiones tomadas son internas y no afectarán su relación con ningún país.
El pasado noviembre, el jefe del Servicio ruso de Seguridad Federal (FSB, por sus siglas en ruso), Alexander Bortnikov, indicó que el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) utiliza Internet como principal herramienta para reclutar elementos.
De acuerdo con las estimaciones del Centro Nacional Antiterrorista de EE.UU. (NCTC, por sus siglas en inglés), más de 20.000 extranjeros de 90 países, entre los que figuran miles de ciudadanos estadounidenses y europeos, se han unido a los terroristas del EIIL para luchar en sus filas y expandir la ideología takfirí en Irak y Siria.
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