El pasado julio, el régimen de Israel asesinó a Ali Kamel Mohsen, uno de los altos comandantes del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), en un ataque que lanzó cerca del aeropuerto internacional de Damasco, situado en el sur de la capital homónima de Siria. Hezbolá aseguró que una respuesta a la agresión mortal no tardaría.
En un artículo publicado el viernes por el diario Maariv, Alon Ben David, un experto israelí en asuntos estratégicos, dijo que algunas autoridades del régimen erróneamente pensaban que la devastadora explosión que sacudió el 4 de agosto Beirut resultaría en un cambio de postura de Hezbolá respecto a la toma de represalias, sin embargo, sucedió lo contrario.
De hecho, agregó, las fronteras sureñas de El Líbano con los territorios ocupados por Israel, se han convertido en campos de batalla, pues “tenemos que admitir que los maravillosos 14 años de paz que tuvimos en el norte probablemente hayan terminado”, haciendo alusión al final de la guerra de los 33 días en 2006.
David afirmó que el secretario general de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, no tenía como objetivo renunciar a su ataque de venganza y ha obligado a Israel a mantener vigilantes a sus militares.
En este contexto, sacó a colación las recientes declaraciones de Nasralá sobre la represalia, según las cuales, las fuerzas israelíes deben “seguir estando de pie” en la frontera.
Durante las últimas semanas, los israelíes han estado en alerta máxima por la posibilidad de un ataque de represalia de Hezbolá. Aturdido por dónde llegará la venganza, el régimen de Tel Aviv afirmó que no había querido matar de manera deliberada al militar libanés en el ataque que lanzó contra Siria.
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