Publicada: miércoles, 25 de diciembre de 2024 1:42
Actualizada: miércoles, 25 de diciembre de 2024 3:20

¿Qué objetivos busca Turquía al lanzar nueva cadena de televisión en farsi en medio de la competencia por la hegemonía regional con Irán?

Por Xavier Villar

Menos de tres meses después de que Mohammad Zahid Sabaji, presidente de la Radio y Televisión Estatal de Turquía (TRT), anunciara el inicio de operaciones de su canal en lengua persa, la emisora ha comenzado a emitir desde Turquía, anticipándose al comienzo del nuevo año. Este lanzamiento coincide con un momento clave en el que el papel de Turquía como actor destacado en la región cobra una relevancia creciente.

En el momento de presentar el nuevo canal, Mohammad Zahid Sabaji, realizó unas declaraciones controvertidas durante la inauguración del nuevo curso académico en la Universidad de Uludağ, según recogen varios medios iraníes. En su discurso, Sabaji anunció el inminente lanzamiento del canal en lengua persa y reveló su intención al afirmar: “Tenemos que incomodar a Irán”. Estas palabras han sido interpretadas como una señal de la estrategia de Ankara en la región.

Las declaraciones del presidente de TRT no pasaron desapercibidas en Irán, generando reacciones tanto en redes sociales como en ámbitos oficiales. Usuarios persahablantes criticaron duramente los comentarios, mientras que Ahmad Noruzi, vicepresidente de la Organización de la Radiodifusión de la República Islámica de Irán (IRIB), expresó su postura en redes sociales: “Mientras mantenemos el foco en informar sobre el sufrimiento diario en Palestina y Líbano, no nos distraeremos por comentarios imprudentes. Sin embargo, nos reservamos el derecho de responder de manera adecuada. Desde IRIB, confiamos en que las autoridades turcas rechacen estas declaraciones y aclaren la situación”.

En este, sentido, se puede señalar que la estrategia actual de Turquía en la región representa un claro giro respecto a la política inicial promovida por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por Recep Tayyip Erdoğan durante su etapa como primer ministro (2003-2014). En sus primeros años, el AKP enarboló la bandera de "cero conflictos con los vecinos", una doctrina que buscaba reducir tensiones en su entorno regional. Sin embargo, esta postura resultó ser efímera. La irrupción de la denominada “Primavera Árabe”, una ola de protestas que alteró profundamente el equilibrio político en países de África y el suroeste de Asia, llevó a Ankara a adoptar un enfoque más intervencionista, distanciándose de su política original de no confrontación.

Para numerosos analistas iraníes, el cambio en la política regional de Turquía encuentra su explicación en la adopción de la doctrina del pan-turquismo. Esta corriente política busca la unificación de los países de lengua y cultura turca, como Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajistán, bajo una visión común que refuerce su influencia geopolítica en la región.

De todos los países que podrían verse influenciados por la doctrina del pan-turquismo, Azerbaiyán es el único que sigue en términos generales las directrices de esta corriente. La llegada del AKP al poder en Turquía y lo que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní se percibe como una política expansionista en el Cáucaso Sur, se presentan como factores clave en el resurgimiento de esta doctrina en la región, especialmente en Azerbaiyán. En este sentido, la creciente cooperación turco-azerí, considerada como un fenómeno impulsado principalmente por Turquía, y su expansión en base a la idea del pan-turquismo, son vistas como una de las principales razones de la actual tensión entre Teherán y Bakú.

En 2020, Turquía brindó un apoyo militar significativo a Bakú. Además, al respaldar la postura de Azerbaiyán, Turquía desempeñó un papel clave en la ocupación del sur de Armenia y la provincia de Syunik. Estos movimientos suscitaron inquietudes en Irán, que los interpretó como una estrategia para reducir su espacio geopolítico en las fronteras noroeste y norte del país. 

A este respecto, La República Islámica de Irán observa con gran preocupación cualquier intento de modificar las actuales fronteras entre Armenia, Irán y Azerbaiyán. Esta posible alteración es vista como parte de la ideología del pan-turquismo cuya viabilidad se ha incrementado tras la victoria de Azerbaiyán en la segunda guerra de Nagorno-Karabaj, en 2020. Según la interpretación de Bakú de los acuerdos posteriores, Azerbaiyán no solo logró una victoria militar, sino que también consiguió que se garantizara la apertura de rutas de transporte en el acuerdo con Armenia. En este contexto, Azerbaiyán ha intentado establecer vías de comunicación que conecten el país con su enclave de Nakhchivan, separado del resto de Azerbaiyán por territorio armenio. Con este fin, Bakú ha centrado sus esfuerzos en la construcción del denominado “corredor de Zangezur”, que no solo conectaría Azerbaiyán con Nakhchivan, sino también con Turquía, lo que bloquearía el acceso directo entre Armenia e Irán. 

La prensa iraní ha hablado de que el proyecto del corredor de Zangezur supondría que Bakú se haría, además, con la provincia armenia de Syunik. Todo esto supondría que Irán vería afectada de forma negativa su actual posición geopolítica en la región, además de las repercusiones, igualmente negativas, en el comercio y en el bloqueo de Armenia, uno de los aliados regionales más importantes para Teherán. Irán siempre ha intentado dejar claro que sus buenas relaciones con Armenia no le impiden mantener una política de neutralidad en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, y abogar por una solución diplomática al mismo. Las autoridades iraníes explican que si no llega a ser por la intervención iraní durante la primera guerra de Nagorno-Karabaj, Armenia habría conquistado todo el territorio de Azerbaiyán. Este ejemplo en particular, es mencionado con asiduidad por medios iraníes para intentar poner el foco en la “falta de memoria y de agradecimiento por parte de Bakú”.

Además de la situación en Azerbaiyán, hay que añadir los acontecimientos en Siria, en donde la caída de Bashar al-Asad y la llegada al poder del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), con vínculos con Turquía, han permitido a Ankara seguir ganando influencia en la región. Se puede decir, por tanto, que en esta fase regional, Turquía ha logrado, además de deshacerse de una de las preocupaciones de seguridad en su vecindad – Siria – superar también a Arabia Saudí como competidor regional y presionar a Irán. 

En este contexto de competencia por la hegemonía regional, el lanzamiento del canal en farsi por parte de la Radio y Televisión Estatal de Turquía cobra un significado clave.

Según informa el sitio web de la red, TRT Persian fue lanzado con el objetivo de ofrecer contenido informativo preciso, completo e imparcial a más de 130 millones de hablantes de persa en todo el mundo. Algunos expertos sostienen que Turquía, mediante intervenciones militares en el norte de Irak y Siria, lleva a cabo acciones que generan inestabilidad en la región. Sin embargo, cuando estas acciones no dan los resultados esperados, recurre a la exportación de su influencia cultural, enfocándose especialmente en Irán, los países del Golfo Pérsico y el Mediterráneo. En otras palabras, cuando el Partido de la Justicia y el Desarrollo no puede avanzar en su proyecto de influencia mediante la fuerza militar, recurre al poder blando como alternativa.

Los países de la región, cada uno a su manera, buscan expandir su influencia y presencia en diversas áreas territoriales y culturales. La consolidación de una presencia significativa y la obtención de soberanía, tanto a nivel nacional como regional e internacional, son consideradas las principales motivaciones detrás del uso del poder blando. En otras palabras, el poder blando, en sus distintas manifestaciones, ejerce su influencia y allana el camino para quienes lo poseen, permitiéndoles alcanzar no solo la soberanía y los intereses estratégicos, sino también fortalecer sus perspectivas ideológicas.

El gobierno turco sigue ampliando su presencia mediática, centrándose especialmente en Irán. Según diversos analistas, esta estrategia responde a una serie de objetivos multidimensionales:

  • Competencia regional con Irán: La creación de iniciativas como la red TRT Persian se enmarca dentro de una estrategia más amplia para posicionarse en las rivalidades regionales con Teherán.
  • Atracción de inversiones económicas: Uno de los propósitos clave de los medios en lengua persa es captar capital iraní, particularmente a través de la publicidad en sectores como el turismo.
  • Refuerzo de la influencia regional: Turquía utiliza plataformas mediáticas para consolidar sus políticas en áreas de habla persa, incluyendo Irán, Afganistán y Tayikistán.
  • Promoción cultural: Los contenidos mediáticos en persa buscan acercar a las audiencias iraníes a los valores culturales y objetivos estratégicos de Ankara.
  • Impacto mediático interno: Ankara parece interesada en desarrollar herramientas para influir en las narrativas políticas y mediáticas dentro de Irán cuando sea necesario.

En el caso concreto de TRT Farsi, es evidente que Turquía busca utilizar esta herramienta de poder blando para expandir su influencia, especialmente en aquellas regiones que considera parte de su proyecto pan-turco. Este enfoque de poder blando no solo busca influir en la opinión pública, sino también proyectar la imagen de Turquía como un actor clave en la política regional y global.