Por: Humaira Ahad *
En algún momento del año 2019, me encontraba sentada en mi habitación, en mi ciudad natal situada en el valle himalayo de Cachemira, inmersa en la lectura del libro Rumi: The Persian, the Sufi de Reza Arasteh, cuando me topé con unos versos de Molana Rumi [Molana Yalaledin Mohamad Balji (1207-1273), conocido como Molavi (Rumi)] que despertaron en mí una emoción profunda y olvidada.
Miré por la ventana hacia las pintorescas montañas de Zabarwan y, en ese instante, sentí un anhelo, no solo por leer aquellos versos, sino por comprenderlos de verdad, en la lengua que el propio Molana eligió para escribirlos. Quizá ese día los cielos estaban abiertos y mi plegaria fue escuchada.
Ese instante marcó el inicio de una búsqueda intelectual que me impulsó a emprender un viaje hacia Irán.
Crecí en la Cachemira administrada por India, donde a menudo escuchaba relatos que evocaban al persa como la lengua de los sufíes, eruditos y administradores. Sin embargo, para cuando nací, ese vínculo con el idioma se había desvanecido, aunque jamás se rompió del todo.
Durante siglos, el persa fue piedra angular del intercambio cultural e intelectual. Aún podía oír versos y fragmentos sueltos en persa, vestigios del idioma aún incrustados en el cachemir.
Y fue entonces cuando entendí: esta era la lengua de la fe, la oración y el amor. Despertaba en mí algo espiritual, pero dormido, y sentí el profundo deseo de aprenderla.
Cuando llegué a Irán y comencé mis clases de persa, descubrí que era una lengua que no solo tenía una merecida reputación poética, sino que además estaba marcada por una extraordinaria fluidez, dulzura y musicalidad.
Comprendí por qué tantas de nuestras metáforas son poéticas, por qué la religión que practicamos en Cachemira está impregnada de imaginería sufí, y por qué nuestros místicos dibujan paisajes tan bellos del dolor que provoca el amor. Cachemira fue íntimamente inspirada por Irán y su lengua, y ahora yo también lo estaba.
Como políglota que soy, hablo al menos cinco idiomas con fluidez, pero ninguno me ha cautivado como el persa. Su cadencia le otorga una cualidad lírica que convierte al habla cotidiana en poesía.
Esta naturaleza rítmica, intrínseca al idioma, es la que ha dado lugar a algunos de los poetas más célebres del mundo.
Pero la belleza del persa no reside únicamente en su musicalidad, sino también en su refinamiento, su ternura y su capacidad expresiva.
El idioma persa, con su inigualable suavidad, incluso amortigua sus consonantes más duras con vocales que mejoran el flujo y la armonía del discurso.
Como muchos estudiantes descubren, el persa es también un instrumento para desvelar la ternura humana.
Más allá de todas estas cualidades, el idioma persa encarna el rico tapiz cultural e histórico de Irán. Ofrece una visión única del alma iraní, reflejando sus tradiciones vibrantes, su profunda espiritualidad y sus complejas costumbres sociales.
El persa es un archivo vivo que ha sostenido una herencia literaria formidable, promoviendo valores como la sabiduría, la tolerancia y el amor entre los iraníes.
A diferencia de muchas tradiciones literarias que permanecen confinadas a los libros o a la academia, la poesía persa es ampliamente leída, citada y consultada en la vida cotidiana.
Las obras inmortales de poetas como Hafez se utilizan tanto para la reflexión espiritual como para la toma de decisiones—una práctica conocida como faal-e-Hafez.
Para mí, como extranjera, el persa reflejaba el alma de Irán—un alma que valora la espiritualidad, la sutileza y la sofisticación.
📷Se celebra en Teherán el Día de la Lengua Persa y homenaje a Ferdosi
— HispanTV (@Nexo_Latino) May 14, 2025
🔹La Biblioteca Nacional fue escenario de una ceremonia en conmemoración del Día de la Lengua Persa y en honor al poeta Ferdosi, con la participación de destacados académicos.
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Una de las características más notables del persa es su capacidad de comunicar significados profundos con pocas palabras. Lo que en inglés podría requerir una oración entera, el persa lo expresa con un solo término.
Esa eficiencia es precisamente la razón por la que Muhammad Iqbal, más conocido como Iqbal Lahori, eligió el persa como medio para gran parte de su poesía espiritual. Creía que el persa captaba mejor la complejidad de sus ideas que su lengua materna, el urdu.
La amplitud emocional del persa es otro rasgo definitorio. En Irán, la gente utiliza habitualmente expresiones que a los forasteros podrían parecer exageradas, pero que en contexto son totalmente naturales.
Frases como “Delam barat tang shodeh” (“Mi corazón se ha estrechado por ti”) o “Barat mimiram” (“Moriría por ti”) no se reservan para ocasiones dramáticas: son parte del habla cotidiana y reflejan una cultura donde las emociones son altamente valoradas y expresadas abiertamente tanto por hombres como por mujeres.
Un dato curioso sobre el persa es que es la única lengua clásica que ha sobrevivido ininterrumpidamente hasta la era moderna, preservada a lo largo de siglos de convulsiones gracias a la obra de poetas legendarios como Ferdowsi.
El poeta del siglo X dedicó su vida a componer el Shahnameh, no solo salvando la lengua del olvido, sino también resguardando un profundo legado cultural y espiritual.
La magna obra de Ferdowsi garantizó que el persa siguiera siendo una lengua viva. Compuso 50 000 versos y evitó deliberadamente los préstamos árabes en una época en que el árabe dominaba el mundo intelectual y literario.
“Basi ranj bordam dar in sal-si
Ajami zendeh kardam bedin Parsi”
[Mucho sufrimiento padecí durante estos treinta años;
al Ajam di vida con este persa.]
Hoy, su aniversario de nacimiento, el 15 de mayo, se celebra en Irán como el Día Nacional de la Lengua Persa, una ocasión para rendir homenaje a la grandeza de este idioma.
Puedo decir que, al abrazar el persa, no solo aprendí el idioma de la poesía y la belleza, sino que adopté también un paisaje emocional moldeado por siglos de misticismo y filosofía.
La lengua persa abrió ante mí una visión del mundo donde la belleza y la introspección son centrales, y también me reveló la profundidad emocional de mi alma.
Este idioma se ha convertido en un medio de autodescubrimiento—un retorno a algo antiguo dentro de mí.
Es como si me hubiera reunido con una parte de mi alma que habla persa, que esperaba ser escuchada—y la conversación continúa.
* Humaira Ahad es periodista e investigadora originaria de la Cachemira administrada por India. Actualmente reside en Teherán, Irán.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.
