Publicada: sábado, 16 de agosto de 2025 13:41

Cuatro años después del regreso de los talibanes, Afganistán sufre crisis económica, sanciones de EE.UU. y aislamiento global, con un futuro incierto.

Por la Redacción de Asia del Sur de Press TV

Afganistán conmemoró el viernes el cuarto aniversario del regreso al poder de los talibanes, un momento que se precipitó por el colapso del gobierno respaldado por EE.UU. y el fin de dos décadas de ocupación militar extranjera.

El 15 de agosto de 2021, los combatientes talibanes ingresaron a Kabul tras una campaña militar relámpago por las provincias, derribando la administración de Ashraf Qani y provocando una retirada rápida y caótica de las tropas estadounidenses del país.

Su retorno se produjo casi veinte años después de que EE.UU. y sus aliados invadieran el país, alegando la necesidad de desmantelar Al-Qaeda, destruir a los talibanes y capturar a Osama bin Laden, el cerebro de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.

Las escenas de esos últimos días subrayaron nuevamente la reputación de Afganistán como el “cementerio de los imperios” —desde las campañas militares de Alejandro Magno en el siglo III a.C., hasta la desastrosa intervención estadounidense en el siglo XXI.

Una imagen capturó perfectamente ese simbolismo: el mayor general estadounidense Chris Donahue, el último soldado estadounidense en abandonar Afganistán tras la fallida retirada, silueteado contra la noche, fatigado y derrotado.

A pesar de su avanzada tecnología militar y abrumadora potencia de fuego, el ejército estadounidense no pudo vencer a una fuerza guerrillera armada principalmente con fusiles Kalashnikov.

La historia ya había demostrado que los ejércitos extranjeros, sin importar su fuerza, rara vez abandonan Afganistán con gloria o triunfo.

¿Cómo EEUU perdió su guerra más larga?

El experimento militar estadounidense de 20 años en Afganistán será recordado como uno de los fracasos estratégicos más costosos del siglo pasado. La guerra drenó miles de millones de dólares de las arcas de EE.UU., fracturó la opinión pública en casa y profundizó el resentimiento entre los afganos.

El comienzo del fin ocurrió el 29 de febrero de 2020, cuando la administración de Donald Trump, frustrada por las enormes pérdidas y la falta de resultados, firmó un acuerdo con los talibanes, comprometiéndose a una retirada total de Afganistán para el 1 de mayo de 2021.

Sin embargo, el acuerdo no calmó las tensiones, y el cronograma se modificó después de que Joe Biden asumiera la presidencia. El 14 de abril de 2021, Biden anunció que las tropas restantes, entre 2500 y 3500 estadounidenses, abandonarían el país antes del 11 de septiembre.

Para el verano de ese mismo año, las fuerzas talibanes habían tomado las principales ciudades, a menudo enfrentando poca resistencia de las unidades de seguridad afganas, que se quedaron sin respaldo internacional.

El 15 de agosto de 2021, Kabul cayó sin lucha, mientras los funcionarios huían del país. En los días siguientes, civiles desesperados abarrotaron el aeropuerto de la capital, buscando ser evacuados.

La guerra terminó como comenzó: en caos y derramamiento de sangre. Tras luchar contra los talibanes durante dos décadas, Washington se rindió sin resistencia y permitió que el mismo grupo guerrillero derribara el gobierno que había apoyado.

Washington luego congeló 9000 millones de dólares en activos afganos y suspendió la ayuda al desarrollo, lo que agravó aún más la economía del país. En una medida ampliamente condenada por los afganos, Biden posteriormente desvió parte de esos fondos congelados como compensación para las víctimas del 11-S.

¿Dónde se encuentra Afganistán cuatro años después?

Hoy, cuatro años después del regreso de los talibanes, Afganistán enfrenta una crisis humanitaria que se agudiza. Las agencias de la ONU reportan que casi toda la población vive por debajo del umbral de pobreza.

El sector bancario del país apenas funciona, los hospitales están mal equipados y el desempleo es rampante, incluyendo entre los graduados universitarios, siendo muchos observadores de la opinión pública los que lo atribuyen a las paralizantes sanciones de EE.UU. y al congelamiento de los activos afganos.

Muchos afganos que huyeron tras la toma talibán siguen varados en el extranjero, algunos aún esperando el asilo prometido por los gobiernos occidentales, viviendo en alojamientos temporales desde Islamabad hasta Londres.

Mientras tanto, el aniversario de este año se ha marcado nuevamente con eventos oficiales en ciudades como Kabul, Jost, Nangarhar y Kandahar.

Se reportó que los combatientes talibanes se reunieron cerca de la antigua embajada de EE.UU. en Kabul, ondeando banderas y lanzando fuegos artificiales. Notablemente, un desfile militar que antes se realizaba en la base aérea de Bagram, antiguo centro de operaciones de la OTAN liderada por EE.UU., ha sido eliminado del programa.

El líder talibán, Haibatulá Ajundzada, en un comunicado, ordenó que se eliminara el título de “actuando” de las posiciones de los funcionarios del gobierno, declarando que las condiciones ahora son “adecuadas” para la reconstrucción de la nación y asegurando que el país está libre de divisiones étnicas, lingüísticas y políticas.

¿Quién ha reconocido y quién no ha reconocido al gobierno talibán?

La administración talibana sigue siendo mayormente no reconocida a nivel internacional, en parte debido a sus políticas regresivas sobre los derechos de las mujeres y su exclusión de las minorías étnicas y religiosas del gobierno actual.

Las niñas siguen siendo excluidas de las escuelas secundarias y universidades, un punto central de fricción para el reconocimiento internacional. Muchos grupos internacionales de derechos humanos han planteado repetidamente esta preocupación.

Expertos independientes designados por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en un informe publicado el jueves, pidieron a la comunidad internacional que no normalice las relaciones con las autoridades talibanas y que rechace su “régimen violento y autoritario”.

“Operando sin legitimidad, los talibanes imponen un sistema institucionalizado de opresión de género, aplastan la disidencia, toman represalias y amordazan a los medios de comunicación independientes, mostrando un desprecio absoluto por los derechos humanos, la igualdad y la no discriminación”, dijeron los expertos en un comunicado.

No obstante, las corrientes diplomáticas han comenzado a cambiar lentamente. El mes pasado, Rusia se convirtió en el primer país en reconocer oficialmente al gobierno talibán, que también ha ido acercándose lentamente a China, Catar y los Emiratos Árabes Unidos.

¿Cuáles son los cambios en la gobernanza y las políticas de los talibanes?

A pesar de su historial autoritario, el gobierno talibán ha logrado una reducción considerable en la corrupción generalizada que aquejaba a las administraciones respaldadas por EE.UU. en Kabul durante años.

Asimismo, ha impuesto una prohibición total a nivel nacional sobre el cultivo de amapola de opio y el comercio de todo tipo de narcóticos, lo que ha provocado una reducción del 95 % en la producción de opio en el país. Este paso ha sido visto como un avance importante en la lucha global contra las drogas.

Los funcionarios del gobierno iraní han instado consistentemente al régimen talibán en Kabul a fortalecer la cooperación en la lucha contra el narcotráfico, que también afecta a Irán.

Hasta 2021, Afganistán producía más del 80 % del opio mundial, suministrando casi toda la heroína de Europa, lo que generaba crimen y crisis en el país del sur de Asia.

Los observadores señalan que, durante las dos décadas pasadas (2001-2021), hasta el regreso de los talibanes, las fuerzas extranjeras lideradas por EE.UU. no solo permitieron el comercio de narcóticos, sino que también se beneficiaron de él.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.