Por: Maryam Qarehgozlou
Cediendo ante la presión de grupos de presión proisraelíes, el Consejo Médico General del Reino Unido (GMC, por sus siglas en inglés) ha reabierto un caso de motivación política contra la doctora Rahmeh Aladwan, médico británico-palestina, por sus críticas abiertas a la guerra genocida de Israel —respaldada por Londres— contra la Franja de Gaza.
El procedimiento reanudado busca suspender del registro médico británico a la profesional de 31 años por publicaciones en redes sociales en las que condena el genocidio en Gaza y la complicidad del gobierno británico.
La medida se produce menos de un mes después de que el Servicio del Tribunal de Profesionales Médicos (MPTS, por sus siglas en inglés) determinara que las quejas presentadas contra ella no eran “suficientes para establecer un riesgo real para los pacientes”, negándose por tanto a imponer restricciones a su licencia.
Esa decisión del 25 de septiembre parecía haber cerrado el caso.
Sin embargo, bajo la presión de los grupos sionistas —liderados por la autodenominada Campaña contra el Antisemitismo (CAA, por sus siglas en inglés) y la Asociación Médica Judía del Reino Unido—, el GMC ha dado marcha atrás.
Ambas organizaciones, respaldadas por el secretario de Salud laborista Wes Streeting, han encabezado una campaña de difamación destinada a castigar a la doctora Aladwan por su firme y activa defensa de la causa palestina.
Durante casi dos años, la médica ha sido blanco de ataques y calumnias en línea por denunciar la matanza de más de 68 000 palestinos y la destrucción casi total de Gaza por parte de Israel.
A comienzos de este mes, la CAA intensificó su retórica, acusando a Aladwan de dirigir una “campaña de odio contra los judíos británicos” y amenazando con demandar al MPTS por haberla exonerado.
Streeting —quien ha prometido públicamente reformar la forma en que los reguladores médicos gestionan los casos de supuesto “antisemitismo”— ha abogado por medidas más duras contra los críticos de Israel.
En la práctica, su propuesta equivaldría a procesar a cualquiera que denuncie las acciones genocidas del régimen sionista.
Investigaciones de Declassified UK revelaron que Streeting recibió casi 30 000 libras del lobby proisraelí británico y que, en 2022, se convirtió en el primer miembro del gabinete en la sombra de Keir Starmer en visitar los territorios palestinos ocupados por Israel, en un gesto que buscaba marcar distancia respecto al enfoque propalestino del exlíder laborista Jeremy Corbyn.
Bajo esta presión política, un examinador del GMC elaboró un nuevo expediente con publicaciones de Aladwan en redes sociales entre finales de septiembre y principios de octubre, y volvió a remitir su caso al Tribunal de Órdenes Provisionales (IOT, por sus siglas en inglés).
La CAA se jactó de que su amenaza legal había obligado al regulador a actuar.
En la audiencia del jueves, el MPTS acordó celebrar un segundo tribunal, una medida que podría terminar retirando a la doctora Aladwan —médica del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) con siete años de experiencia— su derecho a ejercer en el país donde creció.
Antes de la audiencia, la doctora declaró ante los medios que había sido “citada por lo que ahora debería llamarse con mayor precisión el Consejo Médico del Genocidio”.
British doctor rapping Israel genocide in Gaza faces medical tribunal@latifabouchakra reports from Manchester.
— Press TV 🔻 (@PressTV) October 24, 2025
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“Han pasado solo cuatro semanas desde que comparecí por estas mismas acusaciones: mis publicaciones en redes sociales, mi apoyo al derecho de los palestinos a resistir conforme al derecho internacional”, señaló.
“En realidad, se trata del GMC cediendo a la presión del lobby israelí y de diputados como Wesley Streeting, financiados por ese mismo lobby y que además emiten declaraciones públicas”.
Describió el proceso como un intento coordinado de silenciar voces disidentes.
“Ha habido una enorme campaña mediática de difamación, corrupción y colusión entre instituciones que han sido cooptadas por el lobby israelí con el único propósito de arrebatarme la licencia o hacerme callar”.
En el tribunal, a Aladwan incluso se le negó el derecho a dirigirse directamente al panel. La representante del GMC, Emma Gilsenan, indicó que solo su abogado podría formular preguntas, a diferencia de la audiencia anterior donde sí se le permitió hablar.
Su abogado, Kevin Saunders, del despacho Rahman Lowe Solicitors, calificó el procedimiento como una respuesta a “presiones externas”.
Destacó que la condena pública de Streeting a la decisión del tribunal anterior constituía “un intento de socavar el Estado de derecho y la independencia del órgano decisor”.
Saunders subrayó que el nuevo expediente de 12 páginas presentado por el GMC no aportaba ningún elemento nuevo que justificara la reapertura del caso.
Añadió que las publicaciones de Aladwan no guardaban relación con su práctica clínica, la cual ha sido ejemplar, y que simplemente expresaba solidaridad con su propio pueblo bajo asedio.
No existe evidencia alguna de que sus publicaciones hayan afectado la seguridad de los pacientes o su desempeño profesional, sostuvo.
Cuando la defensa solicitó la suspensión del proceso por “abuso de procedimiento”, el tribunal rechazó la petición.
“Rendición ante la presión política”
El viernes, tras el segundo tribunal, la doctora Aladwan recurrió a X (antes Twitter) para condenar lo que describió como la “rendición del MPTS ante la presión política”.
“Eligieron pisotear su propio fallo del 25 de septiembre y permitir que el GMC presentara las mismas pruebas —pervirtiendo de hecho nuestro sistema jurídico británico en beneficio del lobby judío israelí y de su diputado financiado, Streeting—”, escribió.
“Si un lobby extranjero puede obligar a nuestros tribunales a revocar una resolución, la justicia británica ha muerto”.
Calificó el episodio como “un día oscuro para el Reino Unido” y prometió continuar su lucha.
“Eligieron a la palestina británica equivocada. Pelearé —no solo por mí, sino por nuestra soberanía y nuestros derechos fundamentales en este país. Si el proceso es el castigo, que así sea”.
Antes de la audiencia, había advertido que el GMC pretendía destruir su carrera “para complacer a sus amos en el lobby israelí”.
“Seamos claros”, escribió: “un médico judío británico o israelí podría bombardear hospitales y asesinar pacientes en Palestina, y conservaría su licencia para tratar libremente a pacientes británicos. Yo soy perseguida por hablar; ellos serían protegidos por matar. Esto es supremacismo judío”.
El martes, Aladwan reveló que el GMC ahora buscaba su suspensión por mostrarse “impenitente”.
“El primer tribunal determinó que no era necesario imponer ninguna medida. Ahora, el GMC exige mi suspensión porque me negué a ‘moderar’ un discurso que ya había sido considerado aceptable”, señaló.
“Esto no tiene que ver con la seguridad, sino con el castigo. Buscan exactamente lo que exigió el lobby israelí: mi expulsión por mis opiniones políticas. Es la instrumentalización política de la regulación médica, una auténtica persecución”.
Arresto previo al tribunal: un “teatro político”
Solo dos días antes de su segunda audiencia, la doctora Aladwan fue detenida por la policía británica, en un acto que muchos interpretaron como parte de una campaña más amplia de intimidación y censura.
En un vídeo difundido en redes sociales, la médica aparece enfrentando a los agentes mientras le informaban de su arresto por “tres comunicaciones maliciosas y un delito de incitación al odio racial”.
Según los agentes, los cargos se basan en publicaciones del 7 de octubre —segundo aniversario de la operación Tormenta de Al-Aqsa, liderada por HAMAS en respuesta a más de siete décadas de apartheid israelí— y en un discurso del 21 de julio en una manifestación propalestina frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, donde supuestamente pidió “la erradicación de Israel”.
Aladwan, quien en sus publicaciones describió aquella operación histórica como el día en que Israel fue “humillado”, cuestionó de inmediato las motivaciones del arresto.
“Están haciendo esto por el lobby judío israelí, para poder detenerme antes de mi audiencia del jueves”, dijo en el vídeo. “Esto es lo que el Reino Unido hace con sus médicos”.
Tras su liberación, denunció el arresto como “teatro político, no acción policial”.
En una publicación detallada, relató las condiciones degradantes durante su detención: le negaron agua durante seis horas, le impidieron tomar medicación esencial, fue recluida en una celda helada sin manta y aislada con un intercomunicador averiado.
“Estas no son medidas estándar, son castigos deliberados”, escribió.
También reveló la motivación política del arresto.
“Un agente me dijo explícitamente que la policía informaría del arresto al GMC. Esto no es un hecho que deba notificarse. Esa confesión demuestra la comunicación directa entre la policía y mi regulador”, afirmó.
Subrayó que el arresto formaba parte de una estrategia coordinada de intimidación para influir en el tribunal médico y moldear la opinión pública.
“Esto demuestra una red perfectamente articulada: grupos de presión, políticos (Streeting), policía y regulador (GMC). No siguen el debido proceso, ejecutan una estrategia. Nuestras instituciones británicas se han convertido en herramientas de imposición al servicio de una agenda extranjera y hostil: la del lobby judío israelí. Y el mundo entero lo ve”.
Su publicación concluía con una declaración desafiante:
“Liberemos a Gran Bretaña y a Palestina del supremacismo judío (sionismo)”.
Posteriormente, Aladwan hizo públicas las condiciones de su libertad bajo fianza, que calificó de “arresto domiciliario encubierto”: tiene prohibido asistir a cualquier acto público o protesta relacionada con Palestina o con el régimen israelí en Londres, debe permanecer bajo toque de queda en una dirección específica y notificar a la policía si se ausenta más de 48 horas.
UK police arrest NHS doctor for denouncing Israel, supporting Palestine https://t.co/abfebOmZbl
— Press TV 🔻 (@PressTV) October 22, 2025
“Perdiendo el control del relato”
El arresto provocó indignación entre activistas y simpatizantes de la causa palestina, que denunciaron que las autoridades británicas están instrumentalizando las fuerzas de seguridad para reprimir la disidencia.
El activista Thomas Keith escribió que la reacción del Estado “solo evidencia su debilidad”:
“La ironía es que cada vez que intentan silenciar a una Rahmeh Aladwan, lo único que hacen es exponer la vacuidad de sus supuestas libertades. Cuanto más agresiva y coordinada es la represión, más evidente resulta que el Estado entra en pánico y pierde el control del relato, mientras cada vez más personas se niegan a apartar la mirada de Gaza”.
“Lo que estamos viendo”, añadió, “es al Reino Unido mostrando al mundo que sigue siendo un imperio en el fondo: sosteniendo el colonialismo en el extranjero y silenciando la disidencia en casa. El costo de decir la verdad nunca ha sido tan alto, pero la máscara ha caído, y más gente que nunca ve claramente quién se beneficia del aparato represivo estatal”.
Otra usuaria, Ellen Kriesels, destacó la hipocresía de reabrir un caso cerrado bajo presión del lobby y calificó la nueva acción del GMC como un acto flagrante de persecución política:
“Esta doctora fue exonerada hace tres semanas. Ahora vuelve a ser juzgada tras una intensa presión mediática y política promovida por grupos proisraelíes. No hay material nuevo. Esto es persecución política. Vergüenza para el GMC”, escribió.
Aladwan, por su parte, ha sostenido siempre que el silencio equivale a complicidad.
Tras su primer tribunal en septiembre, publicó un mensaje instando a no ceder al miedo y a decir la verdad:
“Debemos actuar sin miedo. Debemos nombrar la raíz del problema e identificar a los responsables. Los palestinos resisten valientemente con sus vidas; lo mínimo que podemos hacer es resistir con nuestras palabras, defender los principios de liberación (thawabet) y decir toda la verdad”.
Condenó las estructuras sionistas supremacistas que sostienen el genocidio en Gaza y la exterminación del pueblo palestino en los territorios ocupados:
“El lobby judío y los supremacistas judíos deberían sentir vergüenza. Mientras los palestinos son secuestrados, torturados, asesinados, hambrientos, violados y quemados vivos por judíos israelíes, ellos continúan haciéndose las víctimas y llorando por nuestras palabras y nuestro activismo, que se basan en la justicia, la moral y la humanidad”.
En su mensaje final, dejó claro el trasfondo de esta lucha:
“Esto no trata de sentimientos o lágrimas judías; trata del genocidio causado por el supremacismo judío, el extremismo y el terrorismo puro y simple”.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.
