El miércoles un horrible crimen sacudió a Estados Unidos y a todo el mundo. Una reportera y su camarógrafo fueron abatidos a tiros en directo mientras realizaban su trabajo en una pequeña localidad del Estado de Virginia.
El asesino también era reportero y había trabajado en la misma empresa que los fallecidos. Acusaba a sus antiguos compañeros de discriminación racial y laboral, y sus superiores le recuerdan como conflictivo.
Al parecer, había planeado todo meticulosamente. Incluso llegó a publicar un vídeo que él mismo grabó con una cámara adosada al cuerpo.
Huyó en un coche alquilado y fue encontrado a más de 300 kilómetros de distancia agonizando después de dispararse un tiro.
Como siempre ocurre después de un hecho de estas características, la sociedad estadounidense vuelve a cuestionar el control legal que existe sobre la compra de armas de fuego.
Pero pocos políticos se atreven a meterse de lleno en este asunto por miedo a perder votos y a enfrentarse con el lobby de fabricantes de armas. Pero muchos siguen pidiendo leyes claras.
José Manuel Rodríguez, Nueva York.
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