Después que el presidente de EE.UU., Donald Trump, anunciara que quiere imponer impuestos contra las importaciones de aluminio y acero para proteger a los productores nacionales, su secretario de Comercio, Wilbur Ross, aseguró que Washington no quiere considerar, esta vez, excepciones para sus aliados.
Las palabras de Ross se efectúan el mismo día en el que la primera ministra británica, Theresa May, alzó su voz contra esta decisión, diciendo que la nueva política le preocupa al Reino Unido. Sin embargo, no es solo Londres; Canadá, la Unión Europea (UE), México y China también han advertido de lanzar represalias, pero la Administración de Trump lo ve inútil.
Aunque el Gobierno tiene confianza en su política, incluso sus correligionarios republicanos no ven esta medida con buenos ojos. El senador Lindsey Graham considera que es una medida que daña al país y refuerza a China.
Trump justifica su decisión refiriéndose a su lema electoral de: Primero EE.UU. y dice que está defendiendo al país. No obstante, varios políticos y analistas creen que se trata de un acto no calculado para desviar la opinión pública en su contra y por el tema de la investigación sobre los lazos con Rusia.
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