En un discurso televisado ofrecido este domingo desde Beirut (capital libanesa), el secretario general del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá, ha afirmado que la Administración estadounidense, presidida por Donald Trump, inició un “nuevo tipo de guerra” en la región del oeste de Asia, con el asesinato del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), el teniente general Qasem Soleimani, en Bagdad, capital iraquí, ha afirmado Nasralá.
“Nosotros no los atacamos. Ellos iniciaron una nueva guerra de nuevo tipo en la región”, ha manifestado el líder de Hezbolá, para luego añadir que el castigo mayor del enemigo para los simpatizantes de la Resistencia es “matarnos”, sin embargo, no sabe que “nuestro mayor deseo es caer mártires, por lo que no puede vencernos”, ha añadido.
El régimen israelí, de acuerdo con Nasralá, pidió a EE.UU. que asesine al alto comandante iraní en Irak, porque no lo podía hacer en Siria.
Al instar a vengarse del asesinato del general Soleimani, el líder de Hezbolá ha afirmado que la guerra ya inició la noche del asesinato, dado que no se trata de un caso “únicamente iraní, sino es el caso del eje de la Resistencia.
El hecho de que EE.UU. se encargara de asesinar al alto estrega iraní, considerado el general más destacado en Oriente Medio en 2017 por varios analistas y observadores, muestra el papel crucial que desempañó el general Soleimani para convertir en algo rutinario las constantes derrotas de EE.UU. en la región.
Tanto el alto comandante iraní como las unidades de Al-Hashad Al-Shabi, que forman oficialmente parte de las fuerzas armadas iraquíes, habían contribuido en la erradicación del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en Irak y en Siria, banda ultraviolenta que creada por el propio EE.UU. para justificar su presencia militar en ambos países ricos en reservas petrolíferas y geográficamente importantes.
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