Durante la apertura del G20, las calles de Johannesburgo y Soweto se convirtieron en escenario de protestas. Activistas de Oxfam, portando caricaturas de líderes mundiales, exigieron un impuesto a las grandes fortunas para combatir la desigualdad global.
Simultáneamente, el grupo sudafricano Operation Dudula se enfrentó con la policía cerca del centro Nasrec, denunciando corrupción, desempleo y el deterioro de los servicios públicos, lo que derivó en arrestos y uso de gas pimienta.
Otras voces también se hicieron escuchar, incluyendo activistas propalestinos y el monje budista japonés Toyoshige Sekiguchi, quien desplegó mensajes contra la energía nuclear, aportando diversidad a las demandas.
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