Y todavía no logran que, por lo menos, haya un trato especial hacia las víctimas, que ahora enfrentan también la corrupción institucionalizada en el país.
Tras 11 años de angustia y movilizaciones, los afectados por un jarabe para la tos contaminado con dietilenglicol, mortal sustancia empleada como refrigerante para autos, se apersonaron a la presidencia de la República para solicitar la atención integral de sus necesidades, relacionadas a la revisión de las pensiones y una adecuada distribución de medicamentos.
Del Comité de Familiares y Víctimas de envenenamiento masivo por dietilenglicol, insisten en que han sido ignorados por el presidente, y la acumulación de sus quejas va en aumento, de la mano del deterioro de su salud.
Otra preocupación puntual de los manifestantes tiene que ver con la certificación de supuestas falsas víctimas, situación que contaría con la participación de funcionarios del centro Especial de Toxicología, para quienes piden la separación del cargo.
John Alonso, Ciudad de Panamá.
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