El espíritu emprendedor de Silicon Valley es palpable, con un ecosistema próspero que fomenta la creatividad, la colaboración y la asunción de riesgos.
Al otro lado del mundo, en Asia Occidental, se desarrollaba una narrativa paralela. Silicon Wadi, la respuesta de Israel a Silicon Valley, tenía la misión de crear su propia industria tecnológica. Israel aprovechó una fuerza laboral altamente cualificada y el régimen invirtió recursos para transformar el árido desierto del Néguev en un centro tecnológico global.
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