El jueves por la tarde, el presidente estadounidense, Donald Trump, apareció en el patio de la Casa Blanca frente a los periodistas para anunciar su nuevo plan migratorio; deportación, pero no sólo de los migrantes, sino también de los refugiados.
El viernes, Trump reiteró e insistió en Twitter que lo que espera a los migrantes y refugiados indocumentados es detención y deportación. El presidente quiere un sistema migratorio basado en el mérito, que dé prioridad a la mano de obra cualificada y a los angloparlantes.
Mientras Trump lleva la propuesta al Congreso y busca su aprobación, su Administración está tomando medidas drásticas contra los migrantes.
Los medios estadounidenses hablan de un plan para enviar a decenas de miles de migrantes irregulares a dos condados en Florida, controlados por demócratas, hasta que se celebren audiencias para sus solicitudes.
Los demócratas coinciden con Trump sobre la necesidad de reformar el sistema migratorio de EE.UU., pero rechazan sus políticas abiertamente hostiles contra los foráneos, llegados o incluso nacidos en suelo estadounidense, teniendo en cuenta que el presidente mismo es de ascendencia alemana.
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