Estados Unidos atraviesa un momento crítico en su historia, dicen activistas. Así, miles de ciudadanos de todos los rincones del país llegan a Washington para denunciar al presidente Donald Trump. Le acusan de abuso de poder, medidas dictatoriales, el atropello a los principios fundamentales de la Constitución, entre otros.
A las protestas se suman colectivos de todos los sectores de la sociedad: Sindicatos, grupos en solidaridad con Palestina, defensores de las comunidades inmigrantes. Es un bloque de unidad nacional e interseccionalidad, en donde la conciencia de clase se comparte a través de las demandas populares.
Hasta este punto es evidente que la agenda trumpista contempla la erosión paulatina de los derechos constitucionales de los ciudadanos. No en vano, activistas advertían hace casi una década que Donald Trump tenía más intenciones dictatoriales que presidenciales.
Cuando los trabajadores salen de sus casas, no saben si regresarán. Como si se tratara de una película de horror: Individuos de dudosa procedencia, bajo el amparo de poderes federales, se dedican a secuestrar padres y madres de familia, disidentes, activistas y otros.
Marcelo Ali Sánchez, Washington.
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