La noticia del abandono del plusmarquista de triunfos en París cayó como una losa en un torneo que, antes de echar a andar, ya había sufrido la baja de otro de sus hombres más emblemáticos, el suizo Roger Federer, vencedor en 2009.
Nadal, ganador de nueve de las últimas once ediciones, compareció el viernes ante la prensa para anunciar que sufre un problema en la muñeca izquierda que le ha obligado a jugar infiltrado, pero el desgarro se agravaría si sigue forzando, lo que conduciría a la rotura total.
Ante esa evidencia, el español prefirió renunciar a su torneo más querido, convencido de que en cualquier caso la muñeca no llegaría hasta la final, para poder salvar parte del resto de la temporada.

Roland Garros perdió así a uno de sus más firmes candidatos a la victoria final, porque las victorias de Nadal en Barcelona y en Montecarlo, y el duro duelo al que sometió al serbio Novak Djokovic en semifinales del Masters 1000 de Roma, mostraban que había recuperado su nivel de juego.
El serbio tiene ahora ante si una autopista para lograr el único título grande que le falta, con permiso de dos tenistas que hoy avanzaron en París.
El primero es un Murray que al fin tuvo un partido cómodo en esta edición de Roland Garros. El escocés, al que muchos miran como candidato al título porque fue capaz de dominar a Djokovic en la final de Roma, ganó en tres sets al veterano croata Ivo Karlovic, 6-1, 6-4, 7-6(3).
El otro que puede privar a Djokovic de su corona es el suizo Wawrinka, que ya lo hizo el año pasado y que con la retirada de Nadal se queda como el único superviviente que sabe lo que es levantar la Copa de los Mosqueteros.
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