En este artículo pretendemos estudiar esta agresión, considerando la situación en Siria, el deber de la ONU y el doble estándar de Occidente respecto a los derechos humanos, como muestran los casos de Arabia Saudí en Yemen e Israel en Gaza.
Situación en suelo sirio antes del ataque
Este ataque tripartito se produjo en momentos en que las tropas sirias estaban eliminando los últimos rastros de los terroristas en su país, tras el anuncio de la derrota de Daesh en sus territorios. Además, hace una semana, lograron retomar el pleno control de la ciudad siria de Duma, su último bastión en el enclave de Guta Oriental, a las afueras de Damasco, la capital de Siria. Teniendo en cuenta esta situación que se presenta en suelo sirio, huelga decir que a Damasco no le hace falta lanzar un ataque químico, más aun cuando está recuperando las últimas zonas de Duma, y menos para dar una excusa a sus enemigos para que se involucren en una guerra. Además hay que señalar que el Gobierno sirio, bajo la supervisión del Consejo de Seguridad de la ONU y la coordinación de Rusia y EEUU, entregó en 2013 todo su arsenal químico, y según los observadores carece de este tipo de armas.
Ataque sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU
Justo coincidiendo con estas victorias y avances del Ejército sirio, EEUU planteó el alegato del uso de armas químicas en Duma. Pidió una reunión de emergencia en el Consejo de Seguridad para recibir así su autorización y proceder a una intervención en Siria. Cuando vio fracasar su plan, debido al veto de Rusia, trató de convencer a sus aliados para hacerlo. De esta manera recibió el visto bueno del Reino Unido y Francia, haciendo oídos sordos del anuncio de Damasco de su plena disposición para colaborar con la Organización para la Prohibición de Armas Químicas en aras de despejar cualquier duda al respecto. Washington afirmó que con o sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU reaccionaría ante este caso. Lo sorprendente radica en que ni siquiera los propios EEUU tienen pruebas fehacientes de que sí ha habido un ataque químico ni quién ha sido su autor. En este contexto, el jefe del Pentágono, James Mattis, admitió en el Congreso: "Ha habido varios ataques de este tipo. En muchos casos, usted sabe que no tenemos tropas, no estamos involucrados en el terreno allí, así que no puedo decir que tegamos pruebas, a pesar de que contamos con muchos indicios de medios y redes sociales de que se usó cloro o sarín". Sin embargo, ignorando a la ONU y las advertencias de Rusia, los tres países atacaron diferentes puntos del territorio sirio con misiles que impactaron en centros de investigación y militares del país árabe.
El ataque se llevó a cabo como había prometido EEUU, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, situación que pone en cuestión, una vez más, el rol de este consejo cuyo principal deber es mantener la paz y salvaguardar la soberanía de los países miembros e independientes.
Actuar a favor de la “justicia” para Siria, no para Arabia Saudí e Israel
Después del comienzo de los ataques, el mandatario de EEUU, Donald Trump, y la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, ofrecieron sendos discursos en los que hablaron de ética y de la necesidad imperante de actuar para salvaguardar la vida de los inocentes, especialmente de los civiles, en Siria. May insistió en los más de 70 muertos en el supuesto ataque químico del pasado sábado en Duma, y lamentó que entre las víctimas hubiera muchos civiles. Sus palabras acerca de la moral y la ética de EEUU y sus aliados se producen cuando, a varios kilómetros de distancia, en el otro extremo de Oriente Medio, Arabia Saudí masacra al pueblo más pobre del mundo árabe, Yemen, y ha dejado más de 13 mil muertos.
Según Unicef, entre las víctimas mortales de este conflicto, los niños son 5 mil, y de acuerdo con la ONU, la vida de unos 20 millones de personas está en peligro. Arabia Saudí utiliza allí armas prohibidas, pero no solo no tocan este tema de la pérdida de vidas humanas, sino que también le venden armas modernas en plena guerra. Además, Siria mantiene una dura lucha contra los terroristas dentro de su propio territorio y está dispuesta a colaborar con las organizaciones competentes. Riad, por su parte, está invadiendo otro país soberano y ni siquiera hace caso a las demandas de la comunidad internacional y de la ONU.
Lo mismo pasa con el régimen israelí que está masacrando, desde hace semanas, a los ciudadanos palestinos en la Franja de Gaza, y ya ha dejado decenas de muertos y miles de heridos, sin recibir amenazas por parte de los “defensores” de los derechos humanos.
Resulta curioso que, por casualidad, estos tres países que atacaron Siria sean los mismos que hace poco recibieron la visita del príncipe heredero saudí, Bin Salman. ¿Acaso no son los petrodólares saudíes los que inician o provocan una guerra? O ¿Sigue siendo Siria el ring de las potencias mundiales?