Por: Julia Kassem *
Esto formaba parte de una estrategia destinada a presionar a la Resistencia libanesa para que cesara su apoyo a Gaza, un objetivo que Estados Unidos y Francia habían estado intentando alcanzar diplomáticamente durante meses.
En su último discurso antes del martirio, el líder del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá, recordó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que el régimen no lograría sus objetivos mediante la fuerza militar.
De manera similar, el portavoz de las Brigadas Ezzedin Al-Qassam, Abu Obaida, había emitido una advertencia a la entidad sionista semanas antes, enfatizando que no podrían recuperar a la fuerza a los cautivos militares, a costa de la vida de cientos de palestinos.
Nasralá también afirmó que Israel y Estados Unidos no pueden asesinar, bombardear ni llevar a cabo acciones violentas para separar el frente libanés de Gaza o imponer un alto al fuego en Líbano mientras continúan la guerra genocida sin restricciones en Gaza.
Mientras tanto, Israel está intentando hoy forzar la implementación de la Resolución 1701.
Previo al último discurso de Nasralá, los medios estadounidenses intensificaron los esfuerzos por sembrar la división entre los pueblos de Líbano, Palestina e Irán.
El 24 de septiembre, el espía convertido en reportero Barak Ravid afirmó, basándose en funcionarios occidentales e israelíes no identificados, que Hezbolá había buscado más asistencia de Irán, la cual, según él, fue rechazada.
Esto fue simplemente una proyección de la creciente dependencia de Israel de Estados Unidos, reflejada en un titular del portal estadounidense Axios cuatro días después, que informaba que “Israel pide a Estados Unidos que disuada a Irán tras el asesinato del líder de Hezbolá”.
Tras el asesinato de Nasralá, el diario francés Le Parisien afirmó falsamente que un topo iraní fue el responsable. Le Parisien, propiedad de Bernard Arnault, director ejecutivo de (la compañía de moda de lujo francesa) Louis Vuitton, un importante inversor en la firma de seguridad en la nube israelí Wiz (desarrollada por la Unidad de Inteligencia 8200 de Israel), actúa rutinariamente como un portavoz de las operaciones psicológicas israelíes que se alinean con la guerra psicológica de Washington y Tel Aviv.
Esta falsa narrativa se hizo eco de las afirmaciones desde el martirio del líder del Movimiento de Resistencia islámica de Palestina (HAMAS), Ismail Haniya, a fines de julio, que sugerían que Irán había traicionado a la Resistencia. Esta narrativa se originó en el diario británico The Telegraph y fue retomada por (el periódico digital con sede en Londres Middle East Eye), que también alegó que el comandante de la Fuerza Quds del Curpo de Guardianes de la revolución islámica (CGRI) de Irán, Esmail Qaani, estaba “bajo investigación”.
Sin embargo, estas alegaciones fueron desacreditadas cuando Qaani asistió públicamente al funeral del alto comandante del CGRI, Abás Nilforushan, martirizado junto con Nasralá el 27 de septiembre.
La serie de asesinatos de los principales líderes de la Resistencia como Seyed Hasan Nasralá, Saleh al-Arouri y Sheikh Kaouk fue facilitada por la vasta red de espías estadounidenses e israelíes en el Líbano.
Después del asesinato de Rafiq Hariri, el Líbano fue presionado para entregar una gran cantidad de datos, incluida la infraestructura de comunicaciones, mapas de carreteras y redes personales. Además, las órdenes estadounidenses obligaron a desmantelar la red de comunicaciones de fibra óptica de Hezbolá, que habría protegido a la Resistencia y a la comunidad en general de la interferencia, las escuchas telefónicas y la vigilancia israelíes y occidentales.
En noviembre del año pasado, se entregó una cantidad significativa de equipo militar estadounidense a la base aérea libanesa de Hamat, donde se observaron frecuentemente helicópteros estadounidenses trasladándose hacia y desde la base.
Al igual que en 2020, Estados Unidos consolidó sus actividades con el Ejército libanés y organizaciones no gubernamentales, incluso llevando a cabo un “día de ONG” en la base aérea de Hamat como parte del Elemento de Apoyo Civil-Militar estadounidense.
Tras los bombardeos israelíes, la embajadora de Estados Unidos, Dorothy Shea, ordenó al jefe del Ejército, Joseph Aoun, un fiel lacayo estadounidense, cerrar el paso fronterizo entre Líbano y Siria y detener las obras de reconstrucción en la frontera para imponer un asedio a los desplazados libaneses.
Aoun desobedeció las órdenes del gobierno libanés, negándose a distribuir ayuda a los civiles desplazados.
Mientras tanto, el líder de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, que compite por la aprobación de Estados Unidos como próximo presidente del Líbano, contribuyó a la incitación contra las comunidades chiíes desplazadas, afirmando falsamente que entre ellas se refugiaban combatientes de Hezbolá.
Esta incitación fue repetida por los medios de comunicación respaldados por Estados Unidos y Arabia Saudí, como MTV y LBC, que indicaron que estos refugios albergaban a combatientes de Hezbolá.
Los frutos de más de cinco años de incitación por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. contra Hezbolá en sus etapas finales se vieron potenciados por las secuelas de la crisis financiera orquestada por Estados Unidos en Líbano, así como por la posterior revolución de colores destinada a comprometer al país a nivel institucional, a través del comandante del Ejército libanés, y de manera individual, mediante la proliferación de espías.
Desde 2019 hasta la actualidad, la moneda libanesa se devaluó casi un 100 por ciento, la inflación se disparó al menos un 171 por ciento y el Líbano se hundió en la oscuridad entre 2020 y 2022 debido a la crisis monetaria.
En los tres primeros años posteriores a 2019, se capturaron más de 185 espías del servicio de espionaje del régimen israelí (Mossad) y, desde entonces, se han expuesto más de manera ininterrumpida. Tras muchos de los bombardeos israelíes en Beirut en particular, los espías fueron retirados de las calles, lo que provocó la ira de los miembros de la comunidad.
La incitación de la CIA contra Hezbolá se ha visto amplificada por el colapso económico del Líbano. Desde 2019, la moneda libanesa se ha devaluado casi un 100%, y la inflación se ha disparado al menos un 171%. Entre 2020 y 2022, el Líbano se sumió en la oscuridad debido a la crisis monetaria. Durante este tiempo, se detuvo a más de 185 espías del Mossad y se expuso a muchos más.
Un espía, según fuentes de seguridad citadas por el diario libanés Al-Akhbar, fue arrestado en Dahiya (sur de Beirut) el 2 de octubre. Se trata de un contacto de largo plazo del Mossad originario de Idlib, Siria. Despertó sospechas al filmar después del ataque al Centro de la Autoridad de Salud Islámica en Bashoura, y se descubrió que había enviado fotos de los sitios de destrucción al Mossad.
Otros espías, como un hombre libanés llamado Bahaa, fueron encontrados con extensos datos de vigilancia sobre áreas clave en Dahiya y cerca del aeropuerto de Beirut. Los instrumentos recuperados de él incluían computadoras y dos teléfonos llenos de imágenes de calles y edificios de Dahiya, especialmente en la zona de la carretera del aeropuerto (Tariq al-Matar).
Otro libanés, apodado “Mohammad H”, también fue arrestado en el vecindario que divide el Beirut principal de Dahiya. A principios de octubre, más espías fueron capturados y entregados a la policía libanesa.
Dos semanas antes, otro agente fue arrestado en el barrio de Ain el-Remmaneh, de mayoría de las Fuerzas Libanesas, que limita con el vecindario de Chiyah en Dahiya, poseyendo información extensa sobre el líder mártir de Hezbolá, Sheikh Kaouk, lo que sugiere su papel en su asesinato.
Las investigaciones revelaron que sus motivaciones eran las recompensas financieras, con grandes sumas de dólares y euros encontradas en su posesión. En la mayoría de los casos de espionaje, tanto antes como durante el estallido de la guerra en Líbano, los agentes fueron reclutados a través de redes sociales o directamente mediante aplicaciones de mensajería, recibiendo aproximadamente $500 por cada misión, principalmente mediante transferencias de dinero en efectivo.
Cuando el espía israelí Joshua Tartakovsky fue capturado en Beirut haciéndose pasar por periodista hace dos semanas, elementos respaldados por Estados Unidos en el poder judicial y el ejército presionaron para su deportación, lo que le permitió escapar de la responsabilidad.
Esto refleja la fuga en 2019 del exagente israelí Amer Fakhoury, revelando la magnitud de la interferencia estadounidense en el sistema de seguridad al proteger a espías y agentes de Israel de las consecuencias legales.
Washington está utilizando estos asesinatos, apoyado por su red de espías, para promover a un presidente libanés favorable a Estados Unidos. Los medios occidentales también han insinuado esto.
El diario estadounidense The Washington Post, por ejemplo, admitió abiertamente que EE.UU. vio una oportunidad para marginar políticamente a Hezbolá en Líbano. Días antes, el ex primer ministro israelí Yair Lapid propuso aumentar los salarios de los oficiales del Ejército Libanés de $120 a $500 a cambio de entrenamiento por parte de fuerzas emiratíes y francesas, ambas colaboradoras de Israel en inteligencia.
Los bajos salarios, resultado directo de la crisis económica orquestada por EE.UU., han contribuido a la proliferación de espías.
La embajadora estadounidense Dorothy Shea exacerbó aún más las tensiones, señalando que Líbano debería “prepararse para una era post-Hezbolá”, una afirmación contradicha por la continua fortaleza de Hezbolá en el campo de batalla.
Hoy, a 17 días de la invasión terrestre israelí y un mes de guerra directa, Israel ha fracasado en avanzar en Líbano, con más de 30 soldados muertos y 300 heridos, según estimaciones conservadoras.
El brutal asedio de Israel sobre el norte de Gaza es un intento de compensar las pérdidas en el sur de Líbano mediante un asesinato masivo de estilo “solución final” (hay un nombre para ello: el “Plan del General”).
Israel, a través de su arrogancia y soberbia, está esforzándose por imponer sus objetivos. Creyendo que puede tener éxito en limpiar étnicamente a los palestinos de sus tierras ancestrales recreando la Nakba (catástrofe), también cree que puede replicar los objetivos que tuvo al ocupar el sur de Líbano en 1978 en una absurda búsqueda por eliminar la Resistencia de Líbano.
Las tácticas de EE.UU. e Israel pueden volverse más desesperadas, apoyándose en la guerra psicológica y la manipulación de los medios para alcanzar sus objetivos de fracturar y deslegitimar la Resistencia.
Sin embargo, como nos recordó el líder mártir de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, el movimiento sigue tan fuerte como siempre, tanto en el campo de batalla como en los corazones de sus seguidores.
* Julia Kassem es una escritora y comentarista radicada en Beirut, cuyo trabajo aparece en Press TV, Al-Akhbar y Al-Mayadeen English. También participa en el programa Expose de Press TV.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.