Publicada: martes, 4 de febrero de 2025 1:30

Esta semana marca el 46.º aniversario de la Revolución Islámica, un punto de inflexión que sentó las bases de la autosuficiencia de Irán en múltiples ámbitos, incluido el militar.

Por: Ivan Kesic

Desde 1979, cuando la dictadura prooccidental de los Pahlavi fue derrocada y se estableció la República Islámica, Irán ha emergido como una potencia militar global formidable.

Hoy, a pesar de décadas de sanciones y presiones extranjeras, Irán se encuentra entre los líderes mundiales en tecnología de drones, misiles y defensa aérea.

Su vasto arsenal de misiles y drones avanzados no solo actúa como disuasión ante agresiones enemigas, sino que también está listo para infligir golpes devastadores a regímenes hostiles, como el de Tel Aviv, que continúa provocando a la República Islámica.

La supremacía misilística de Irán se mostró con contundencia durante Verdadera Promesa I y II, cuando cientos de misiles de precisión impactaron en territorios ocupados, desbordando los sistemas de defensa aérea sionistas y demostrando la capacidad de Irán para atacar con letal precisión.

¿Cómo empezó todo?

Antes de la Revolución Islámica, bajo el régimen del Shah respaldado por EE.UU., Irán era un simple importador de armamento occidental, totalmente dependiente de proveedores extranjeros.

A pesar de su importancia regional y sus vastos recursos, su ejército estaba basado en tanques, aviones, helicópteros y sistemas de armas comprados principalmente a EE.UU. y el Reino Unido.

Esta dependencia creó una vulnerabilidad crítica, dejando al país indefenso sin apoyo exterior.

La situación no era diferente en los ámbitos de los drones, misiles y defensa aérea, los mismos sectores en los que hoy Irán se ha convertido en líder mundial, incluso por encima de muchas naciones occidentales.

Antes de 1979, Irán no tenía un programa propio de vehículo aéreo no tripulado (dron), dependía de misiles tierra-aire (SAMs) y aire-aire (AAMs) importados, y solo contaba con sistemas de defensa aérea de corto y mediano alcance.

Su arsenal incluía el dron de entrenamiento estadounidense MQM-107 Streaker, el misil RIM-66 Standard SAM, el AIM-54 Phoenix AAM y sistemas de defensa aérea como el Rapier británico y el MIM-23 Hawk estadounidense, todos imposibles de mantener sin asistencia extranjera.

Mohayer-1 durante la guerra impuesta contra Irán en en la década de 1980

El camino hacia la innovación

La guerra impuesta contra Irán en la década de 1980, inmediatamente después de la Revolución Islámica, expuso la debilidad real del sistema militar iraní basado en importaciones.

El Irak de Sadam Husein, apoyado por EE.UU. y otras potencias occidentales, libró una guerra brutal contra Irán, obligando a Teherán a elegir entre la autosuficiencia militar o la sumisión a agresiones futuras.

A medida que la guerra avanzaba, el equipo militar de fabricación occidental de Irán se volvió inútil debido a los embargos de repuestos. Tampoco podía acudir a la Unión Soviética o al Bloque del Este, ya que Moscú favorecía a Bagdad en ese momento.

Sin otra opción, Irán inició un ambicioso camino de autosuficiencia militar, desarrollando sus propias armas mediante investigación independiente o con ayuda limitada de unos pocos aliados.

Las mayores necesidades en ese momento eran misiles tierra-tierra (SSMs) para atacar objetivos distantes y drones de reconocimiento para vigilar sin arriesgar aeronaves tripuladas.

Así nació el complejo militar moderno de Irán, que 46 años después se ha convertido en uno de los más avanzados de la región.

A mediados de la década de 1980, Irán dio sus primeros pasos hacia la autosuficiencia militar con la fundación de la Compañía de Industria Aeronáutica Qods en Teherán y HESA (Compañía Industrial de Manufactura de Aeronaves de Irán) en Isfahán.

Estas empresas fueron el pilar de la naciente industria de drones de Irán, desarrollando drones como el Mohayer, el dron de entrenamiento Talash y el dron de ataque Ababil.

Aunque rudimentarios, estos drones fueron revolucionarios. El Mohayer solo realizó cientos de misiones, capturando más de 50 000 imágenes de reconocimiento y convirtiéndose en el primer dron de combate de Irán al ser equipado con cohetes RPG para ataques aéreos.

Paralelamente, Irán inició su programa de misiles balísticos, importando modelos antiguos de países aliados y aplicando ingeniería inversa.

Hacia el final de la guerra impuesta, Irán ya había desarrollado y desplegado los misiles Oqab y Nazeat, con alcances de 45 km y 100 km, respectivamente.

A pesar de la guerra devastadora, Irán demostró que un ejército basado en tecnología nacional no era un sueño, sino una necesidad estratégica.

Nazeat, uno de los primeros cohetes de fabricación autóctona de Irán.

Crecimiento exponencial frente a la hostilidad

Después de la guerra, Irán enfrentó nuevas amenazas, principalmente de EE.UU. y sus aliados.

Decidido a protegerse, adoptó una estrategia de guerra asimétrica, priorizando sistemas masivos y rentables sobre armamento costoso como buques de guerra y aviones de combate avanzados.

El enfoque cambió a misiles balísticos y de crucero, drones, armas antibuque y un sistema de defensa aérea en capas.

A finales del siglo XX, Irán desarrolló las primeras versiones de los misiles balísticos Shahab y la artillería pesada Zelzal, con alcances de varios cientos de kilómetros.

A finales de los 90, Irán produjo el Shahab-3, su primer misil balístico de medio alcance (2000 km), capaz de alcanzar prácticamente todas las bases enemigas en la región.

La misma década vio la aparición de nuevos drones como el Mohayer-2 y el Ababil-2, con mejores sistemas de control de vuelo, alcance, maniobrabilidad y características.

Misiles Shahab (izquierda) y misiles Fateh-110. 

Transición hacia misiles balísticos

El inicio del nuevo siglo marcó un incremento significativo en el desarrollo de nuevos sistemas de armamento, con especial énfasis en los misiles balísticos, cuyo impulso fue liderado por un equipo de expertos bajo la dirección de Hasan Tehrani Moqadam, reconocido como el “padre del programa de misiles de Irán”.

El papel de este célebre ingeniero y estratega del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) en el programa de cohetes iraní es comparable al de Wernher von Braun en los programas alemán y estadounidense, o al de Serguéi Koroliov en el programa soviético.

Trágicamente, Tehrani Moqadam fue martirizado en 2011 junto con 16 de sus compañeros en una explosión en la base Amir al-Momenin. Sin embargo, su legado perduró a través de los ingenieros de misiles altamente capacitados que dejó, quienes continuaron expandiendo el arsenal de Irán.

Si bien el misil Shahab-3 representaba un disuasivo eficaz, su tamaño y peso dificultaban su transporte. Además, su sistema de propulsión requería un largo tiempo de carga con combustible líquido, y su margen de error circular (CEP) era elevado, lo que lo hacía más adecuado para atacar grandes bases enemigas.

También era relativamente costoso y su producción se limitó a unas pocas centenas de unidades, lo que generaba una desventaja en un eventual conflicto contra un enemigo con una fuerza aérea superior.

Por ello, los misiles balísticos de alcance medio (MRBM) que le sucedieron, como el Qadr-110, el Fayr-3, el Ashura y el Seyil, introducidos en la segunda mitad de la década de 2000, incorporaron mejoras sustanciales en la propulsión de combustible sólido, reducción de tiempos de preparación y mayor precisión.

A pesar de seguir siendo sistemas voluminosos y costosos, sus limitaciones fueron compensadas en la década de 2010 con la introducción de nuevas variantes basadas en el Fateh-110, un misil de combustible sólido de corto alcance con un rango inicial de entre 200 y 300 km.

Con el tiempo, estas nuevas variantes ampliaron su alcance: el Fateh-313 alcanzó los 500 km, el los 700 km, el Dezful los 1,000 km, y finalmente el Jeybar Shekan llegó a los 1450 km.

Estos nuevos misiles lograron igualar el alcance de generaciones anteriores de MRBM, pero con notables mejoras en precisión, movilidad, rapidez de lanzamiento y maniobrabilidad, lo que los hace más difíciles de interceptar por los sistemas de defensa aérea enemigos.

Además, su producción a gran escala es considerablemente más sencilla, lo que ha permitido a Irán ensamblarlos en grandes cantidades, como lo ha demostrado en imágenes de su vasto arsenal almacenado en bases subterráneas.

Misil hipersónico Fattah

Irán entre las principales potencias militares del mundo

Para la década de 2010, expertos militares clasificaron a Irán entre las siete naciones más avanzadas en tecnología de misiles y entre las cuatro principales en tamaño de arsenal balístico.

A pesar de las continuas sanciones impuestas por Estados Unidos y la presión internacional, Irán ha desarrollado de manera persistente sus programas armamentísticos. Los intentos de Washington por bloquear el acceso de Irán a sistemas de defensa avanzados —como presionar a Rusia para que no entregara los sistemas de defensa aérea S-300, a Alemania para que detuviera la exportación de motores ligeros para drones y a China para que cesara la venta de componentes de misiles— fracasaron por completo.

En respuesta, Irán optó por desarrollar sus propios componentes, consolidando así su autosuficiencia y su capacidad de resistencia ante las sanciones ilegales.

Cada uno de estos intentos, junto con otros similares, terminó en un rotundo fracaso, ya que Irán recurrió sistemáticamente a la fabricación de los elementos necesarios, fortaleciendo aún más su independencia tecnológica y su resiliencia frente a las restricciones impuestas.

En cuanto a misiles antibuque de largo alcance, Irán ha desarrollado los Qader, Qadir y Ya Ali, además de misiles de crucero como el Meshkat, Sumar, Abu Mahdi, Paveh, Hoveyzeh y Qadr-474, con un alcance de hasta 3000 km.

Asimismo, el país se encuentra entre los líderes mundiales en estas capacidades, incluyendo municiones merodeadoras de largo alcance como los Shahed y Arash, con un alcance de 2500 km.

Todas estas capacidades han sido reforzadas en los últimos años con la introducción de misiles hipersónicos Fattah, municiones merodeadoras propulsadas por turbojet y misiles de crucero supersónicos.

Los drones de combate iraníes, como el Fotros, Kaman-22, Mohayer-10, Shahed-129 y Shahed-149 Gaza, equipados con diversos tipos de armamento, poseen un alcance similar al de estos misiles y municiones merodeadoras.

istema de defensa aérea de largo alcance Bavar-373

Dominio de la defensa aérea y la guerra electrónica

Consciente de la necesidad de una defensa aérea sólida, Irán ha desarrollado una red avanzada de radares y sistemas de misiles que ha frustrado repetidamente incursiones de EE.UU. e Israel en su espacio aéreo.

Los primeros esfuerzos incluyeron el sistema Mersad, basado en tecnología más antigua. Sin embargo, para la década de 2010, Irán introdujo una nueva generación de sofisticados sistemas de defensa aérea, como el Raad-2, Tabas, 3 de Jordad, Yoshan y Kamin-2, todos de desarrollo nacional.

Sus sistemas de defensa aérea de largo alcance, Bavar-373 y Arman, ahora rivalizan con los mejores del mundo, con un alcance de 300 km y avanzadas capacidades de seguimiento de objetivos.

Estos sistemas están completamente integrados en una red nacional de radares avanzados, garantizando una cobertura total del espacio aéreo iraní y las regiones circundantes.

Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha desafiado sanciones, embargos y presiones internacionales para desarrollar un arsenal de misiles, drones, radares y sistemas de defensa aérea de última generación.

Con una vasta red subterránea de misiles, capacidades hipersónicas y una flota de drones en constante expansión, Irán se ha consolidado como una potencia en la guerra moderna, lista para defender su soberanía ante cualquier amenaza.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.