Publicada: miércoles, 20 de agosto de 2025 5:29

Hace 72 años, el golpe de 1953 en Irán, respaldado por EE.UU. y el Reino Unido, derrocó a Mosadeq, iniciando un largo proyecto de “cambio de régimen”.

Por el Departamento Político de Press TV

Hoy, hace 72 años, el 19 de agosto de 1953, Irán fue escenario de un golpe de Estado orquestado por el Reino Unido y Estados Unidos que derrocó al primer ministro democráticamente elegido, Mohamad Mosadeq, y restableció el régimen monárquico de Mohamad Reza Pahlavi.

El derrocamiento ilegal se llevó a cabo en una operación conjunta de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.)  y el MI6 (Servicio de Inteligencia Secreto del Reino Unido), apoyada por políticos sobornados, oficiales del ejército y medios de comunicación, además de protestas callejeras orquestadas.

Durante cuatro días, Irán descendió en un espiral de violencia marcada por una serie de asesinatos, bombardeos simulados y sabotajes, culminando con la caída de Mosadeq.

El golpe resultó en cientos de víctimas y en un juicio espectáculo contra Mosadeq, dando paso a 26 años de gobierno autoritario que solo terminó con la Revolución Islámica de 1979 liderada por el Imam Jomeini.

Este fue el primer golpe de Estado respaldado por Estados Unidos y Reino Unido en Irán, que posteriormente sirvió como modelo para intervenciones similares y “revoluciones de color” en todo el mundo.

¿Por qué fue derrocado Mosadeq?

En el centro del golpe estaba la ansiedad occidental ante la decisión de Irán de nacionalizar sus recursos naturales. Desde principios del siglo XX, el Reino Unido había mantenido un monopolio sobre la industria petrolera iraní a través de la Anglo-Iranian Oil Company (AIOC, Compañía de Petróleos Anglo-Iraní), ofreciendo a Teherán solo una mínima parte de las ganancias.

El gobierno de Mosadeq buscaba términos más justos, pero se encontró con una fuerte resistencia británica.

La AIOC, conocida por sus promesas incumplidas sobre infraestructura y el trato deplorable a los trabajadores iraníes, se negó a negociar. En respuesta, el parlamento iraní votó para nacionalizar la industria petrolera y expulsar a los directores extranjeros y manipuladores.

Londres respondió con sanciones económicas, incautó petroleros que transportaban petróleo iraní e incluso consideró una intervención militar en el suroeste de Irán.

Finalmente, las agencias de inteligencia británicas y estadounidenses decidieron llevar a cabo un “cambio de régimen”, utilizando redes encubiertas que originalmente se habían creado para contrarrestar la influencia soviética. Su justificación oficial, de que Mosadeq se inclinaba hacia Moscú, reflejaba el mismo pretexto utilizado para ocupar Irán durante la Segunda Guerra Mundial.

En lugar de tratar a Teherán como un socio con derechos comerciales equitativos, Washington y Londres vieron a Irán como una colonia económica. También temían que la nacionalización de Irán pudiera inspirar a otros países a romper con tratados explotadores, amenazando la supremacía occidental.

Manipulación mediática

El golpe no solo se libró en el terreno, sino también a través de la guerra de la información.

El Servicio Persa de la BBC, trabajando estrechamente con la embajada británica, difundió propaganda dirigida a voltear a los iraníes contra el gobierno y la nacionalización. La correspondencia diplomática revela una visión condescendiente de los iraníes como “analfabetos” y fácilmente engañados.

Los funcionarios británicos instruyeron a la BBC para pintar la nacionalización como un suicidio económico, insistiendo en que la AIOC era un empleador benévolo, afirmaciones desmentidas por los propios trabajadores iraníes durante las transmisiones. Los oyentes desafiarían abiertamente la hipocresía de Londres, preguntando por qué el Reino Unido podía nacionalizar su carbón y acero, mientras que consideraba ilegal la nacionalización del petróleo iraní.

Para fabricar disidencia, la BBC transmitió “voces iraníes” que se oponían a la nacionalización, que resultaron ser ciudadanos británicos. Mientras tanto, los medios estadounidenses vilipendiaron a Mosadeq como un dictador “como Hitler o Stalin” y aplaudieron el regreso del Shah como una victoria para la estabilidad.

Consecuencias del golpe

Al derrocar a Mosadeq, Estados Unidos y Reino Unido expusieron la vacuidad de sus proclamados valores de democracia y autodeterminación. La dictadura impuesta en Teherán sembró un resentimiento duradero entre los iraníes, lo que culminó en la Revolución de 1979 liderada por el Imam Jomeini.

Cuando los estudiantes iraníes tomaron la embajada de Estados Unidos, el nido de espionaje, a finales de ese año, justificaron la acción con temores de otro golpe respaldado por potencias extranjeras, una sospecha confirmada por documentos clasificados encontrados en su interior. La crisis asestó un golpe mortal a la reelección del presidente estadounidense Jimmy Carter, visto en Teherán como una retribución simbólica por 1953.

La política estadounidense hacia Irán desde entonces ha permanecido hostil: negándose a reconocer gobiernos elegidos, apoyando cultos terroristas antiraníes, patrocinando operaciones encubiertas, imponiendo sanciones y congelando miles de millones en activos iraníes.

Negación y revisionismo

A pesar de los archivos desclasificados de la CIA que confirman la participación de Estados Unidos y Reino Unido en el golpe contra el gobierno democráticamente elegido de Teherán, persisten narrativas revisionistas.

Exiliados monárquicos, círculos neoconservadores y autores simpatizantes han intentado reformular el golpe como una “disputa interna iraní” o retratar a Mosadeq como un dictador.

Otros han intentado restar importancia al papel extranjero o exagerar la participación interna, con el fin de servir a agendas políticas siniestras contra el Irán soberano.

Entre los revisionistas prominentes se encuentran el exdiplomático de Pahlavi, Darioush Bayandor, y los escritores Abás Milani, Amir Taheri y Ray Takeyh, a menudo vinculados a instituciones como WINEP y el Gatestone Institute. El exenviado de EE.UU. Brian Hook incluso repitió las afirmaciones de que Estados Unidos no tuvo un papel en el golpe.

Los medios de propaganda respaldados por Occidente, como Radio Farda, BBC Persian, Iran International y DW Persian, siguen impulsando estas narrativas, repitiendo el mismo desdén por la opinión pública iraní expresado por los funcionarios durante la década de 1950.

Incluso hoy en día, muchos funcionarios británicos siguen sin estar dispuestos a reconocer el papel de MI6, aunque voces como la del exsecretario de Exteriores David Owen han instado a Londres a sincerarse finalmente.

El proyecto de cambio de régimen continúa

Los halcones en Estados Unidos y otros países occidentales todavía abogan abiertamente por el denominado “cambio de régimen” en la República Islámica de Irán mientras niegan el espionaje y sabotaje documentados.

La reciente guerra de 12 días contra Irán por parte del régimen israelí, con el respaldo de Estados Unidos, representó el último intento de desestabilizar el país mediante agresión militar y lograr un “cambio de régimen”.

 

Desde que regresó al poder en 2022, el primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, ha impulsado agresivamente el “cambio de régimen” en Irán. En una entrevista de junio de 2025 con Fox News, sugirió que las acciones militares de Israel podrían provocar el colapso de la República Islámica, a la que caracterizó como “muy débil”.

La administración Trump, que en ese momento estaba involucrada en una diplomacia nuclear indirecta con Irán, proporcionó apoyo tanto abierto como encubierto al régimen israelí en su agresión contra Irán.

Días después del inicio de la guerra de 12 días, Estados Unidos realizó ataques no provocados a las instalaciones nucleares pacíficas de Irán, dejando claro cómo se trataba de un proyecto apoyado por los halcones de guerra en Washington.

Las amenazas de Trump de asesinar a los principales líderes iraníes fueron otra clara indicación de que la guerra de 12 días fue un proyecto planeado en Washington para desencadenar el colapso del gobierno iraní.

Los europeos también estuvieron profundamente involucrados, como lo atestiguan los comentarios realizados por la canciller alemana, quien defendió la agresión ilegal y admitió que era “trabajo sucio que Israel está haciendo por todos nosotros”.

El objetivo subyacente, desde 1953, ha sido evidente: imponer un gobierno complaciente que despoje a Irán de su independencia militar, tecnológica y económica, y reincorporarlo al marco de la supremacía occidental similar al periodo anterior a 1979.

Lograr este cambio entregaría a Estados Unidos e Israel una influencia incontestable sobre las rutas energéticas, las dinámicas militares y los pasajes estratégicos críticos en toda la región, dejando sin un desafío significativo.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.