Publicada: jueves, 27 de noviembre de 2025 19:39

Tras casi 25 años de espera, el tramo final del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur está finalmente a punto de comenzar su construcción, un proyecto ambicioso destinado a transformar el panorama económico y estratégico de todo un continente.

Por Ivan Kesic

El ferrocarril Rasht-Astara, cuya construcción está programada para iniciar a principios de 2026, marca un punto de inflexión para Irán y la región eurasiática en su conjunto. Su finalización permitirá materializar una arteria comercial largamente imaginada, diseñada para rivalizar con las rutas marítimas globales tradicionales.

Con una extensión de 162 kilómetros por el norte de Irán, esta línea ferroviaria se describe a menudo como el “eslabón perdido” de una red multimodal de 7.200 kilómetros que conectará sin interrupciones el océano Índico con el mar Báltico.

Respaldado por un préstamo ruso de 1.600 millones de dólares y ejecutado por contratistas rusos, el ferrocarril es más que un proyecto de infraestructura; se trata de una maniobra estratégica con consecuencias de largo alcance.

Para Irán, abre la posibilidad de convertirse en un importante centro de tránsito y diversificar sus ingresos más allá del petróleo. Para Rusia, ofrece una ruta de suministro resistente a sanciones hacia los mercados globales. Para India, proporciona una puerta de entrada más rápida y económica a Europa. Y para Azerbaiyán, consolida su papel como un puente logístico vital.

Este proyecto ferroviario es la manifestación tangible de un orden mundial en transformación, donde las alianzas se forjan en acero y concreto, creando una moderna Ruta de la Seda para el siglo XXI.

El eslabón perdido: panorama técnico y geográfico

A pesar de su modesta longitud, el ferrocarril Rasht-Astara tiene un peso estratégico enorme. Su verdadero valor no reside en los kilómetros que cubre, sino en el cuello de botella que elimina.

La línea contará con nueve estaciones en Somé Sara, Masal, Rezvanshahr, Paresar, Asalem, Lisar, Haviq, Lavandevil y Astara, atravesando la diversa geografía de la provincia iraní de Guilán. Esta región, fronteriza con el mar Caspio, presenta desafíos formidables, desde la navegación por paisajes montañosos y exuberantes hasta la garantía de sostenibilidad ambiental.

Años de negociaciones entre ingenieros iraníes y rusos se han centrado en estas complejidades. Los informes sugieren que aproximadamente el 70 % de los problemas técnicos se han resuelto, incluyendo el trabajo de diseño detallado, los acuerdos de financiamiento y un riguroso calendario de ejecución.

Según el acuerdo, la empresa rusa Caspian Service será la encargada de la construcción, trabajando bajo la supervisión de la Compañía de Construcción y Desarrollo de Infraestructura de Transporte de Irán.

El progreso ya es visible: la adquisición de terrenos, estimada en 75 millones de dólares, está casi completada. A finales de 2025, se habían asegurado 80 kilómetros de la ruta, con la promesa de entregar el control total a los contratistas rusos antes de que termine el año. Esto prepara el terreno para que la construcción comience a principios de 2026, con finalización proyectada dentro de tres años.

Corredor de comercio: la imperiosa necesidad estratégica del INSTC

Para comprender el verdadero significado del ferrocarril Rasht-Astara, es necesario verlo como la pieza clave del INSTC, una red multimodal de 7200 kilómetros que combina rutas marítimas, ferroviarias y terrestres.

Concebido como una visión grandiosa y multinacional, el INSTC tiene como objetivo crear una arteria comercial continua que se extienda desde Mumbai hasta Moscú y, de ahí, hacia el norte de Europa, conectando los mercados del sur de Asia con los del norte del continente.

Actualmente, sin embargo, este corredor sigue fragmentado. Las mercancías enviadas desde India al puerto iraní de Bandar Abbas pueden viajar hacia el norte por ferrocarril hasta Rasht. Allí, el trayecto se detiene.

La carga debe ser descargada laboriosamente, transferida a camiones, transportada a través de la frontera hacia Azerbaiyán y recargada en un ferrocarril de diferente ancho de vía. Este engorroso proceso de transbordo ejemplifica la ineficiencia logística: lento, costoso y un gran obstáculo para el comercio de alto volumen.

El enlace Rasht-Astara eliminará este cuello de botella, creando una línea ferroviaria continua de alta capacidad capaz de manejar hasta 15 millones de toneladas de carga al año.

Su impacto en los tiempos de tránsito será transformador: se espera que el trayecto de mercancías desde India hasta Finlandia se reduzca de 45 días a solo 21.

Esto se traduce en una disminución del 50 % del tiempo y una reducción del 30 % en los costos de transporte, ofreciendo una alternativa atractiva frente a la congestionada ruta del Canal de Suez.

El papel de Irán: de actor regional a titán del tránsito

Para la República Islámica de Irán, el ferrocarril Rasht-Astara es más que un proyecto de infraestructura. Es una piedra angular de su estrategia económica y geopolítica a largo plazo, diseñada para enfrentar algunos de los desafíos más apremiantes del país.

En términos económicos, la línea representa un potente motor de diversificación, alejando al país de la dependencia de su volátil sector hidrocarburífero. Las tarifas de tránsito, aranceles y servicios logísticos generados por un flujo constante de carga internacional prometen un ingreso estable no petrolero.

A su vez, esto fomentará la creación de empleo en operaciones ferroviarias, almacenamiento y gestión de carga, incorporando nuevas capas de resiliencia a la economía nacional.

Geopolíticamente, el ferrocarril fortalece la posición de Irán frente a las sanciones occidentales sostenidas. Al profundizar la integración con socios poderosos como Rusia y aliados estratégicos como India, crea una red de intereses económicos mutuos que aumenta la resistencia del país.

El corredor transforma a Irán de un estado sancionado en un puente terrestre indispensable, un nodo central en la emergente arquitectura comercial de Eurasia, amplificando así su influencia geopolítica.

A nivel interno, el proyecto actúa como catalizador del desarrollo regional. En la provincia norteña de Guilán, la conectividad mejorada revitalizará las industrias locales, atraerá inversión y potenciará el turismo y las exportaciones no petroleras. Para la costa del Caspio, largamente infrautilizada, el ferrocarril desbloquea un potencial económico largamente esperado y posiciona al norte de Irán como un vibrante centro de comercio y crecimiento.

Salvavidas ruso: geopolítica y el ‘giro hacia el sur’

Desde la perspectiva del Kremlin, el compromiso de un préstamo de 1600 millones de dólares con un interés favorable del 3 % y un plazo de pago de diez años constituye una inversión estratégica de primer orden.

En el contexto de su guerra en Ucrania y el consiguiente aluvión de sanciones occidentales, Rusia está ejecutando un “giro forzado pero decisivo hacia el Este y el Sur”.

El ferrocarril Rasht-Astara proporciona una arteria vital y resistente a las sanciones hacia los mercados de India, el Golfo Pérsico y el sudeste asiático, evitando las rutas europeas tradicionales, hoy limitadas tanto política como logísticamente.

Este corredor no es simplemente una ruta comercial; es un pilar central de la visión rusa de una asociación eurasiática más amplia, un bloque económico menos dependiente de Occidente.

Al financiar y promover este proyecto, Rusia refuerza su liderazgo entre las potencias no occidentales y asegura una cadena de suministro multimodal confiable para sus exportaciones, al tiempo que obtiene un acceso más eficiente a las importaciones que necesita.

Se trata de un movimiento tangible para reorientar sus dependencias económicas y consolidar un eje estratégico orientado hacia el este, con Irán en su núcleo.

Efectos en cadena a lo largo de Eurasia: ganadores y cambios estratégicos

El impacto del ferrocarril se irradia a lo largo del continente, generando beneficiarios claros y reconfigurando nuevas realidades geopolíticas:

Para Azerbaiyán, Astara, su ciudad fronteriza, se convertirá en la puerta de enlace que conecte la red ferroviaria iraní con la moderna infraestructura del país, incluida la línea Baku-Tiflis-Kars hacia Turquía y Europa.

Esto consolida el papel de Azerbaiyán como un centro logístico indispensable para el comercio Este-Oeste, generando ingresos por tránsito y aumentando su influencia regional.

Para India, el INSTC completado cumplirá una ambición estratégica largamente sostenida, ofreciendo una ruta terrestre más rápida, económica y segura hacia Rusia y Europa. También profundizará la asociación de India con Irán, impulsando sus objetivos más amplios de conectividad regional.

Para países de Asia Central sin salida al mar, como Kazajistán y Turkmenistán, el corredor proporcionará un nuevo acceso al sur hacia puertos de aguas cálidas en el océano Índico.

Esto, a su vez, reducirá su dependencia de las rutas a través de Rusia y China, fortaleciendo su soberanía comercial y su flexibilidad estratégica.

Trazando las vías de un nuevo orden mundial

El ferrocarril Rasht-Astara es un proyecto cuyo alcance físico queda eclipsado por su peso simbólico y estratégico. Es más que un enlace de transporte; es una declaración de intenciones.

Señala la ambición de Irán de convertirse en un estado central de tránsito, la determinación de Rusia de forjar sistemas globales alternativos y la estrategia de India para asegurar su influencia en toda Eurasia.

El inicio de la construcción en 2026, tras 25 años de retrasos, es un testimonio de la renovada urgencia geopolítica que impulsa a estas naciones a actuar conjuntamente.

Si bien persisten desafíos, desde obstáculos técnicos y sobrecostos hasta la sombra persistente de las sanciones, el impulso ahora es innegable.

Cuando se coloquen las últimas vías y los primeros trenes de carga recorran sin interrupciones desde el Golfo Pérsico hasta el mar Báltico, no estarán atravesando solo un paisaje.

Estarán transitando a lo largo de la columna vertebral de una nueva arquitectura geopolítica emergente, donde el flujo del comercio está remodelando activamente el equilibrio de poder y escribiendo un nuevo capítulo en la antigua historia de la conectividad eurasiática.