El teniente general Eyal Zamir ha dicho aceptar “el mando del ejército israelí con modestia y humildad… cuando HAMAS ha sufrido un duro golpe, pero aún no ha sido derrotado. La misión aún no ha sido cumplida”, dijo Zamir durante su toma de posesión el miércoles.
Al dirigirse al jefe militar entrante, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, le dijo que “una responsabilidad muy pesada reposa sobre sus hombros”, y añadió que los resultados de la guerra “tendrán importancia para las generaciones, estamos decididos a lograr… la victoria”.
Zamir es una figura cercana a Netanyahu, pues sirvió como su secretario militar hace unos 10 años. Fue juramentado como nuevo jefe militar para reemplazar al general Herzi Halevi, quien renunció en enero, poco después de que se alcanzara el acuerdo de alto el fuego con el Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS) en Gaza.
Tanto el ejército israelí como la agencia de espionaje interno Shin Bet han reconocido el fracaso a la hora de evitar la histórica Operación Inundación de Al-Aqsa, pero Netanyahu hasta ahora se ha resistido a una investigación más general que examine la responsabilidad de su gabinete.
Parece haber una presión por parte de Netanyahu para cambiar a sus jefes militares y de espionaje, con quienes ha estado enfrentándose durante los últimos 16 meses.
En enero, el régimen israelí se vio obligado a aceptar un acuerdo de alto el fuego con HAMAS ante el fracaso del régimen en lograr cualquiera de sus objetivos, incluida la “eliminación” del movimiento de resistencia palestino o la liberación de cautivos.
La tregua de 42 días, empañada por reiteradas violaciones israelíes, expiró el 1 de marzo, cuando Israel pidió una prórroga de la tregua para permitir la liberación de los cautivos restantes. Sin embargo, el régimen no ha mencionado ningún compromiso de poner fin a la guerra o de retirar totalmente sus tropas. HAMAS ha insistido en proceder a negociaciones sobre un alto el fuego permanente antes de aceptar nuevas liberaciones.
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