Italia enfila la recta final de la campaña electoral y lo hace con las principales fuerzas políticas disputándose la confianza de los electores. El Movimiento 5 Estrellas (M5E), con Luigi di Maio, de 31 años, candidato a primer ministro más joven de la historia de Italia; el Partido Democrático (PD), abanderado por un desgastado Matteo Renzi; y Forza Italia (FI), que concurrirá en coalición, entre otros, con la xenófoba Liga Norte (LN).
Aunque las encuestas dan cierta ventaja a la coalición de centro derecha, parece que ninguno superará la franja del 40 %, necesaria para formar Gobierno. El clima que se respira es de incertidumbre a pocos días de votar.
Y en esta incertidumbre se mueve bien Silvio Berlusconi, que ha resucitado en los últimos tiempos para erigirse en el hombre que necesita Italia. Sus promesas son bajar los impuestos y endurecer las políticas migratorias. Pese a estar inhabilitado por la Justicia para ejercer un cargo político, su rol como presidente de FI puede ser esencial para formar un Gobierno.
Casi un millón y medio de jóvenes acudirá por primera vez a las urnas. Se quejan de la falta de propuestas para seducir a éste 3 % de los ciudadanos. El fantasma de la ingobernabilidad y la posible convocatoria de nuevas elecciones planea sobre Italia.
Hasta un 30 % de los italianos no saben aún qué votarán el próximo 4 de marzo. Los partidos agotan sus últimos instantes para convencer a 10 millones de votantes indecisos. En sus manos está el futuro de Italia.
Rubén Martínez, Roma.
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