El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) indicó a principios de este mes que el 50 % de los israelíes apoya la tortura contra combatientes enemigos para obtener información. Estos datos provienen de una encuesta a más de 17 miles de personas entre los meses de junio y septiembre de este año. Por su parte, en Nigeria y EE.UU. el porcentaje asciende hasta el 70 % y el 46 %, respectivamente.
Israel ocupa el segundo lugar en momentos en que, según los informes, la mayoría de los palestinos, en particular los menores, encarcelados en las prisiones del régimen de Tel Aviv ha sufrido tortura.
EE.UU. no se queda atrás y se ha convertido en el centro de críticas por los brutales métodos de tortura de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, en inglés) tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, que habían sido autorizados por la Administración de George W. Bush (2001-2009) y del entonces vicepresidente Dick Cheney.
Dos tercios de los encuestados muestran una opinión poco favorable sobre la tortura. Preguntados sobre este método de castigo, el 66 % cree que la tortura es algo “equivocado” mientras que el 27 % afirma que es algo que forma parte de una guerra.
Yemen, Colombia y Suiza son en este caso los países que se muestran más en contra de la tortura seguidos por China, Francia y Siria.
Por otra parte, el 36 % de la población encuestada defiende que los combatientes enemigos capturados puedan ser torturados para obtener información relevante. Se trata de una cifra superior a la de 1999, cuando esta postura era defendida por el 28 % de los consultados.
Asimismo, casi seis de cada diez encuestados, el 59 % opina que es una práctica equivocada atacar al enemigo en ciudades pobladas aún sabiendo que morirán civiles en el ataque, una cifra casi 10 % inferior a la de 1999. Para el 34 %, este tipo de ataques forma parte de conflictos bélicos que defendía el 30 % de los participantes diecisiete años antes.
Por otra parte, ocho de cada diez encuestados señala que es un error atacar hospitales, ambulancias y trabajadores sanitarios para debilitar al enemigo, cifra que se acerca a nueve de cada diez en los países en conflicto. Solo el 13 % afirma que esta estrategia propia de las guerras.
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