El mayor punto del plan es el restablecimiento del impopular impuesto a las operaciones financieras conocido como CPMF (Contribución Provisoria sobre Movimientos Financieros), que podría permitir recaudar 32.000 millones de reales el próximo año si lo aprueba un Congreso que se opone a nuevos tributos.
Estamos atravesando tiempos difíciles y tenemos que ajustar un montón de cosas", según declara el ministro de Hacienda, Joaquim Levy.
El Gobierno redujo los subsidios fiscales a la industria química, recortó los reembolsos a exportadores de productos manufacturados en 2000 millones de reales, y elevó el impuesto a las ganancias de capital hasta un 30 por ciento para generar nuevos ingresos por 1800 millones de reales.
Las medidas apuntan a acortar un déficit de 30.000 millones de reales en el presupuesto 2016, que la presidenta Dilma Rousseff envió al Congreso el mes pasado, y alcanzar la meta de superávit primario de un 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
"Estamos atravesando tiempos difíciles y tenemos que ajustar un montón de cosas", ha declarado en conferencia de prensa el ministro de Hacienda, Joaquim Levy.

Esta última ronda de recorte de gastos incluye la eliminación de 10 ministerios federales en Brasilia, una medida simbólica que sólo permitirá ahorrar 200 millones de reales.
El pronóstico de un déficit presupuestario en 2016 le costó a Brasil que Standard & Poor's le quitara su duramente conquistado grado de inversión la semana pasada, y otras calificadoras decidirían lo mismo en el corto plazo.
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