El portal emiratí Al-Khaleej Online, en un artículo publicado el lunes, considera que el error humano, asuntos técnicos y el nivel de eficacia de las armas yemeníes son algunas del conjunto de razones detrás de la incapacidad de los sistemas antiaéreos saudíes para interceptar y derribar los misiles del Ejército y el movimiento popular Ansarolá de Yemen.
Ante tal escenario, el régimen saudí recurrió a Grecia y firmó un tratado con este país europeo para conseguir sistemas antimisiles Patriot; no obstante, esta medida tampoco dio resultado y acabó siendo otro fracaso para el príncipe heredero saudí, Muhamad bin Salman.
Pues, pese al despliegue de nuevos sistemas Patriot en territorio saudí, las fuerzas yemeníes volvieron a lanzar precisos ataques con misiles contra las instalaciones de la estatal petrolera saudí Aramco, así como otros “blancos sensibles”, como una terminal petrolera cerca de la ciudad saudí de Yanbu, en el oeste del reino árabe y la costa del mar Rojo.
Las fuerzas yemeníes atacan a menudo con misiles y drones de fabricación nacional las posiciones militares saudíes, así como aeropuertos e instalaciones gubernamentales, los que consideran blancos legítimos, pues esos ataques se producen en respuesta a los bombardeos y bloqueo naval y aéreo del régimen de los Al Saud y sus aliados contra el pueblo yemení.
El 14 de septiembre de 2019, el Ejército yemení, respaldado por los comités populares, atacó con 10 aviones no tripulados (drones) dos instalaciones petrolíferas de Aramco y provocó la suspensión del 50 % de la producción del mayor suministrador de petróleo del mundo.
De hecho, los constantes ataques de represalia yemeníes han puesto en jaque al régimen agresor de Arabia Saudí, que gasta millones de dólares en la compra de armas y equipamientos militares a ciertos países occidentales, como Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.
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