El fallecido, que vivía de la venta de verduras, se prendió fuego el jueves en la capital de Arabia Saudí, Riad, para expresar su descontento ante las injusticias sociales que aquejan a la nación.
Según los medios locales, el joven se inmoló a lo bonzo luego de que la policía confiscara sus bienes por estar en una zona no autorizada.
El hombre, identificado sólo por su apellido, Sureihi, falleció en un hospital el viernes por la noche. Al día siguiente, los familiares de Sureihi se reunieron frente al hospital y exigieron respuestas de la policía por confiscar sus bienes, medida abusiva que le obligó a rociarse con gasolina y prenderse fuego.
Ante esta situación, las autoridades saudíes no hicieron comentario alguno, tampoco revelaron el nombre o la edad del fallecido. Su muerte es paralela a la muerte simbólica de Mohamed Bouazizi, cuya inmolación en enero de 2011 propició una oleada de levantamientos en Túnez que concluyó con la caída del dictador Zine el Abidine Ben Ali.
Desde febrero de 2011, Arabia Saudí, principalmente la parte oriental del país, es escenario de multitudinarias manifestaciones contra el régimen de Al Saud, protestas que siempre se enfrentan con severas medidas represivas por parte de las fuerzas de seguridad monárquicas.
Según datos proporcionados por organizaciones pro derechos humanos, el número de prisioneros políticos en las cárceles saudíes alcanza la cifra de 30 mil, los cuales son objeto de torturas y malos tratos; en su mayoría están detenidos sin haber sido procesados por la justicia.
La liberación de los presos políticos, libertad de expresión, aplicación de reformas políticas y el fin de la escalada en la discriminación económica y religiosa presentes en el reino árabe, figuran entre las demandas exigidas por el pueblo saudí.
msh/kt/ab/
