El general Kenneth F. McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos (Centcom, por sus siglas en inglés) —considerado terrorista por Irán— ha reconocido que Washington sigue preparando sus tropas ante posibles ataques de represalia por parte del país persa, según informó el domingo el diario norteamericano The Washington Post.
Durante una visita al portaviones nuclear estadounidense USS Harry S.Truman, que realiza operaciones en el norte del mar Arábigo, McKenzie ha resaltado que esta preocupación ha aumentado, tras el ataque lanzado el 8 de enero por el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) contra bases de EE.UU. en Irak.
Irán realizó ese ataque misilístico en respuesta al brutal asesinato de Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de CGRI, por orden del presidente de EE.UU., Donald Trump. A pesar de que EE.UU. puso sus tropas y su sistema de defensa aérea en alerta máxima, no logró interceptar ni un solo misil iraní, de acuerdo con fuentes iraquíes.
El jefe de Centcom ha indicado que Irán mantiene su Fuerza Aérea en “estado normal de preparación” y sus fuerzas marítimas han mostrado una actividad “bastante normal” en las últimas semanas; sin embargo, todavía existe temores de nuevos ataques contra objetivos de EE.UU. en la región.
“Es muy difícil determinar los planes de los líderes iraníes en este momento”, ha reconocido el general McKenzie, que también cree que las autoridades persas aún están impactadas por el asesinato de su alto comandante por EE.UU.
Por su parte, el capitán de USS Truman, Kavon Hak Hakimzadeh, ha informado que el barco había hecho los preparativos para realizar operaciones cinéticas (rastreo, búsqueda y ataque) después de la ofensiva iraní, pero aún no ha recibido órdenes por parte de Washington.
Tras el ataque, el CGRI reportó decenas de militares muertos y heridos entre las filas estadounidenses, aunque anunció que el principal objetivo de esta operación era destruir la maquinaria bélica, la comandancia del enemigo y sus equipamientos.
Aunque las autoridades estadounidenses, en primera instancia, negaron que se hubieran producido víctimas o daños graves por el ataque iraní, reconocieron poco a poco la existencia de heridos. El 16 de enero anunciaron que 11 de sus soldados habían resultado heridos. La cifra se elevó poco después a “un mayor número de soldados heridos”, luego a 34, 50..., y ahora declaran que 64 de sus militares han sido diagnosticados con una lesión cerebral traumática.
El Líder iraní, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, a su vez, describió el ataque como una “bofetada” y no la venganza por el acto criminal que perpetró Washington contra uno de los altos mandos militares del país persa.
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