Hadrah es una docente escolar en el área metropolitana de Washington. Sin embargo, a resultas de su solidaridad con el pueblo palestino, ha perdido su empleo en el sistema de escuelas públicas. Y es que en estos días, ser simpatizante de la humanidad en EE.UU. equivale a represalias laborales, financieras e incluso el arresto y casos judiciales.
Hadrah no es un caso aislado. El Consejo de Relaciones Islamico-Americanas o CAIR por sus siglas en inglés, presentó una demanda judicial en representación de decenas de docentes que han sufrido discriminación en sus fuentes de trabajo a resultas de su defensa de los derechos humanos.
Desde mucho antes de los incidentes del 7 de octubre de 2023 y mucho antes de la erupción de los movimientos globales en solidaridad con Palestina, lo cierto es que el sionismo ejercía y ejerce una influencia tóxica y venenosa en todos los estamentos de la sociedad. Desde la política hasta la economía, pasando por la educación y la contratación laboral, el sionismo ejerce expediciones punitivas en contra de todos los críticos de las atrocidades israelíes.
En adición a estos testimonios, muchos distritos escolares comprometidos con el capital sionista y organizaciones de esta ideología extremista, obligan a los estudiantes y docentes a someterse a un currículum plagado de propaganda, con distorsiones históricas y omisiones a los actos genocidas del sionismo.
Marcelo Ali Sánchez, Washington
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