El mandatario de 76 años, el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fue reelegido el 7 de noviembre para un quinto mandato de cinco años, el cuarto consecutivo. En dichos comicios, su esposa y vicepresidencia, Rosario Murillo, también fue reelegida. El sandinismo también amplió los asientos que controla en la Asamblea Nacional.
Los nuevos legisladores tomarán posesión el domingo, mientras que el acto de Ortega está previsto para el lunes, en la céntrica Plaza de la Revolución, en Managua, la capital.
Murillo volvió a celebrar el lunes el fracaso de la oposición de fomentar la separación y el odio. “Ahí [en la Plaza de la Revolución] estaremos levantando todos con orgullo, porque hemos vencido la maldad, el odio, hemos vencido la discordia, el conflicto, la separación”, dijo.
Alabó al sandinismo por recuperar la soberanía nacional de Nicaragua ante los actos desestabilizadores cometidos por la oposición. “Todos sabemos cómo se manifestó el demonio en aquellos días aciagos, porque hemos vencido y reinstalado y recuperado ese sentido de familia y comunidad de la dignidad y la soberanía nacional”, destacó la vicepresidenta.
Dijo que el nuevo Ejecutivo está listo “para asumir todos juntos, para ir adelante todos juntos, (en) este nuevo periodo [hasta 2026]”.
Nicaragua vive una crisis social desde mediados de abril de 2018, cuando los sectores radicales de la oposición comenzaron a realizar protestas violentas contra el Gobierno.
Las autoridades nicaragüenses acusan a la oposición de ejercer “terrorismo golpista”, con el apoyo financiero de Estados Unidos, para incitar a la inestabilidad en el país y sacar del poder a Ortega.
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EE.UU., la Unión Europea (UE) y la Organización de Estados Americanos (OEA) aumentaron la presión sobre el Gobierno de Ortega, deslegitimando los comicios. En repuesta, el Ejecutivo nicaragüense, decidió retirarse de la OEA tras denunciar las continuas injerencias del bloque en los asuntos internos del país centroamericano.
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