Publicada: lunes, 5 de mayo de 2025 23:21

Los medios occidentales volvieron a subir al carro de la propaganda tras la explosión en el puerto Shahid Rayai, situado en el sur de Irán.

Por: Ivan Kesic

El trágico accidente que cobró decenas de vidas en el Puerto Shahid Rayai, cerca de Bandar Abbas, en el sur de Irán, el mes pasado, ha sido aprovechado por los enemigos de Irán para llevar a cabo actividades maliciosas con fines políticos, así como intentos de falsificar la causa real de la explosión.

El 26 de abril, una potente explosión en el puerto Shahid Rayai provocó cuantiosos daños y víctimas, con al menos 70 muertos y más de 1000 heridos.

La causa exacta de la explosión sigue envuelta en misterio, y hay varias investigaciones en curso. Según funcionarios iraníes, lo más probable es que esté relacionada con el manejo de una carga altamente inflamable.

Aunque los equipos de emergencia iraníes lograron contener el incendio y brindar atención médica a los heridos, los propagandistas antiraníes en Occidente no tardaron en difundir desinformación sobre las causas del siniestro, en un nuevo intento de provocar agitación masiva.

Difusión de desinformación

Como parte de su campaña de desinformación, diversos medios occidentales afirmaron falsamente que la explosión fue causada por un cargamento militar, concretamente, “combustible para cohetes que Irán habría importado desde China”.

Esta afirmación fue ampliamente sensacionalizada en los titulares, mientras que el cuerpo del texto la presentaba como un rumor, utilizando términos como “posiblemente”, “supuestamente” o “presuntamente” en relación con el combustible para cohetes.

La mayoría de estos medios de propaganda se basaron en una empresa militar británica que recientemente se ha convertido en una fuente principal sobre sucesos marítimos en el océano Índico, adhiriéndose a la narrativa oficial angloestadounidense y citando fuentes anónimas y sin credibilidad.

Ambrey afirmó que “el incendio habría sido causado por el manejo inapropiado de un cargamento de combustible sólido destinado a misiles balísticos iraníes”, según lo citado por medios occidentales.

Aunque en muchos artículos no se menciona explícitamente, esta afirmación falsa implicaba de forma indirecta al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (IRGC), responsable del desarrollo y operación del programa de misiles iraní.

Esta desinformación se apoya en dos narrativas anteriores, ambas difundidas en los últimos seis meses, alineadas con políticas angloestadounidenses antiraníes, antichinas y proisraelíes.

La primera narrativa aludía a que dos buques iraníes procedentes de China habrían llegado a Bandar Abbas en febrero y marzo transportando, respectivamente, 1000 toneladas de perclorato de sodio y perclorato de amonio.

No existe confirmación alguna de estas afirmaciones por parte de fuentes iraníes, chinas o independientes, ni evidencia alguna que las sustente. Aun así, los medios occidentales han persistido en difundir esta información falsa en los últimos meses.

Para respaldar estas fabricaciones, estos medios han citado de manera manipuladora sitios web marítimos que rastrean el movimiento de buques, pero que no ofrecen detalles sobre la carga transportada.

La segunda narrativa, aún más antigua, gira en torno a un presunto “ataque exitoso de Israel”  en octubre de 2024, que supuestamente destruyó las instalaciones iraníes de mezcla de combustible para cohetes. Esta versión se ha citado recientemente como el motivo del envío iraní desde China.

Otra versión aún más inverosímil de esta historia sostiene que los arsenales de misiles iraníes quedaron “agotados” tras los ataques con misiles balísticos lanzados el año pasado contra el régimen sionista.

Titulares de los medios occidentales sobre la explosión en el puerto Shahid Rajaee 

Alegatos infundados

El general de brigada Reza Talai Nik, portavoz del Ministerio de Defensa iraní, desmintió las acusaciones de que combustible para misiles hubiera sido importado a través del puerto antes de la explosión.

En una entrevista con medios locales, afirmó que no hubo carga de importación o exportación relacionada con asuntos militares en el puerto Shahid Rayai, y calificó estas alegaciones infundadas como “desinformación dirigida y propaganda difundida por medios extranjeros”.

Talai Nik añadió que esta propaganda forma parte de las operaciones psicológicas emprendidas por los enemigos de Irán, las cuales han sido intentadas en el pasado pero que siempre han sido frustradas por la nación iraní.

Otros funcionarios iraníes subrayaron a la prensa local que Irán es autosuficiente en la producción de misiles balísticos y no necesita importar componentes extranjeros.

Asimismo, se destacó que el transporte de cargamento militar en contenedores comerciales contradice los protocolos establecidos de seguridad y protección. En caso de necesitar mover dicho material, Irán utilizaría puertos no comerciales.

La idea de que contenedores militares permanezcan almacenados en patios de aduana a la espera de trámites administrativos fue calificada de totalmente ilógica. Una entidad con capacidad para importar ese tipo de carga, lógicamente, la trasladaría de inmediato a bases militares, según los expertos.

Incluso informes occidentales, a pesar de sus titulares sensacionalistas, señalan que “no queda claro por qué Irán no habría movido los químicos del puerto” considerando que, según sus propias afirmaciones, el segundo buque chino habría llegado el 26 de marzo, un mes antes.

Análisis occidentales de hace tres décadas ya confirmaban que, para fines del siglo pasado, Irán había dominado la producción de perclorato, un ingrediente clave para la fabricación de propulsor sólido de cohetes, lo que refuta aún más la necesidad de importarlo.

La sola idea de que Irán base su poder misilístico en combustible importado por rutas marítimas —vulnerables a la interceptación enemiga— parece extremadamente inverosímil.

Las razones esgrimidas para justificar tales importaciones se basan en supuestos frágiles, comenzando por la afirmación de que Irán se quedó sin combustible para cohetes tras los ataques de represalia contra el régimen sionista el año pasado.

Evidencias visuales muestran que Irán lanzó un total de 53 misiles en tres salvas durante la operación Verdadera Promesa 2, una fracción insignificante (<3%) incluso en comparación con las estimaciones extranjeras más conservadoras de un arsenal de 2000 misiles, y aún más frente a las estimaciones más altas de 15 000.

El segundo motivo infundado se basa en afirmaciones exageradas de que un ataque israelí en octubre de 2024 destruyó o dañó significativamente instalaciones iraníes de procesamiento de combustible sólido en Parchin y Khojir, a pesar de que la evidencia disponible sugiere lo contrario.

El régimen israelí aseguró haber atacado dichas instalaciones con misiles de crucero de bajo vuelo o drones con ojivas relativamente débiles, muy inferiores a las cabezas explosivas balísticas iraníes, y por tanto incapaces de destruir instalaciones subterráneas bien protegidas.

De haber habido verdadera destrucción o daños, se habrían producido explosiones importantes debido al material almacenado. Sin embargo, no hay indicios de tales explosiones en las imágenes satelitales posteriores al ataque.

 El momento de la explosión en el puerto Shahid Rayai

 

Con base en la presencia de humo naranja oscuro durante el incendio en Bandar Abbas, expertos militares descartaron que se tratara de la combustión de perclorato de amonio o de sodio, ya que estos arden en tonos azul claro y amarillo claro, respectivamente.

La principal sospecha recae sobre el nitrato de amonio, un fertilizante agrícola común responsable de decenas de accidentes industriales fatales en todo el mundo, sin aplicación militar.

¿Quién difunde noticias falsas y por qué?

La desinformación sobre el supuesto combustible para cohetes como causa de la explosión surgió esa misma noche, apenas unas horas después del incidente. Las dos fuentes principales fueron los medios estadounidenses Associated Press (AP) y The New York Times (NYT).

La AP citó a la turbia firma británica Ambrey, conocida como “empresa de seguridad y gestión de riesgos marítimos”, como fuente del supuesto combustible para cohetes.

Sin embargo, Ambrey es, en realidad, una firma mercenaria privada que opera en el mismo sector que compañías notorias como Blackwater (ahora Academi). Ofrece apoyo militar a buques comerciales que transitan por el estrecho de Bab El-Mandeb.

Observadores sugieren que empresas como Ambrey operan con la aprobación de armadas occidentales, lo que genera preocupaciones sobre la privatización de la seguridad naval y la pérdida de rendición de cuentas estatal.

Al igual que el controvertido Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), Ambrey se ha convertido en referencia indispensable para los medios occidentales cada vez que hay ataques yemeníes contra barcos vinculados a Israel en el mar Rojo y el golfo de Adén.

No obstante, está claro que la información detallada proviene en realidad de los servicios de inteligencia militar angloamericanos, y que Ambrey actúa simplemente como fachada ante los medios.

De ello se desprende que la desinformación se origina en Londres y Washington, que buscan desprestigiar al CGRI, su principal adversario en Asia Occidental.

Farnaz Fassihi difunde desinformación en la plataforma X

 

El artículo del New York Times está firmado por Farnaz Fassihi, una periodista estadounidense de origen iraní, y Aaron Boxerman, un reportero israelí basado en la ocupada Al-Quds (Jerusalén).

En la plataforma X (anteriormente Twitter), Fassihi afirmó haber recibido (des)información sobre el combustible para cohetes importado de China de parte de “un funcionario iraní” que deseaba permanecer en el anonimato.

Tanto Fassihi como el NYT son conocidos desde hace tiempo por sus posiciones fuertemente antiraníes, alineadas con la política exterior oficial de Estados Unidos. El NYT ganó notoriedad en la década de 1980 cuando difundió desinformación sobre la Guerra Impuesta (ocho años de guerra impuesta por el exrégimen iraquí contra la nación iraní entre los años de 1980 y 1988).

Además, la referencia a “fuentes anónimas” ficticias es una táctica preferida de los propagandistas antiraníes, quienes han intentado responsabilizar al gobierno, los servicios del estado o las fuerzas armadas de varios accidentes durante años.

Ya sea un cachorro de guepardo muerto, una niña caída en el metro, una inundación, un terremoto o un impacto de meteorito, siempre encuentran “testigos anónimos” o alguna pista similar de Teherán oficial.

Las granjas de bots del régimen israelí y terrorista Muyahidín Jalq (MKO) también se unieron a la campaña de desprestigio, y según estadísticas preliminares, publicaron 20 000 posts con desinformación y noticias falsas en las redes sociales en los días posteriores al accidente.

En una tragedia humana con docenas de víctimas, reconocieron otra oportunidad para explotar el evento con manipulaciones viles y acusaciones de odio, esperando provocar descontento masivo, disturbios y, finalmente, su sueño no cumplido: el derrocamiento del sistema político iraní.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.