Por: Maryam Qarehgozlou
Más de 300 escritores, activistas, académicos y políticos —entre ellos 150 antiguos colaboradores del New York Times— firmaron recientemente una carta conjunta en la que anuncian un boicot al periódico y se comprometen a no escribir para su sección de Opinión hasta que cese su sesgo anti-palestino.
Entre los firmantes figuran figuras destacadas como la congresista palestino-estadounidense Rashida Tlaib, la escritora Sally Rooney, la actriz Hannah Einbinder y el académico Mahmood Mamdani, quienes instan al diario estadounidense a reformar su redacción, pedir un embargo de armas de EE.UU. a Israel y retractarse de su desacreditado reportaje sobre violencia sexual durante la operación dirigida por HAMAS el 7 de octubre, Tormenta de Al-Aqsa.
La carta, titulada El genocidio no es una cuestión de opinión, denuncia los flagrantes dobles raseros del NYT:
“Desde que Israel inició su guerra genocida contra Gaza, The New York Times ha oscurecido, justificado y negado abiertamente los crímenes de guerra del ocupante, continuando así su práctica de décadas como altavoz del régimen y del ejército israelí”.
El texto subraya además que el Times moldea las narrativas de la política exterior estadounidense a través de una cobertura parcial y tendenciosa:
“Tanto como cualquier fabricante de armas, los medios forman parte de la maquinaria de guerra, produciendo la impunidad y el fanatismo que la sostienen”.
Los firmantes exhortan también al periódico a no emplear periodistas que hayan servido en el ejército israelí, y exigen una revisión de su guía de estilo, sus métodos de verificación y sus prácticas de contratación para corregir “décadas de cobertura sesgada y racista sobre Palestina”.
Asimismo, piden la retractación del reportaje Gritos sin palabras (Screams Without Words, 2024), que afirmaba —sin pruebas verificables— que HAMAS “utilizó la violencia sexual como arma el 7 de octubre”, información que posteriormente fue desmentida por varios medios independientes.
Los firmantes comparan dicho reportaje con la infame cobertura del Times sobre las supuestas “armas de destrucción masiva” en Irak (2004), que contribuyó a años de devastación en ese país árabe.
También instan al consejo editorial del diario a “usar su considerable influencia para pedir el fin de la transferencia de armas estadounidenses a Israel”.
La carta enfatiza que el frágil alto el fuego vigente en Gaza, violado repetidamente por Israel, no detendrá la devastación: “Solo un embargo de armas puede garantizar un cese al fuego duradero”.
El comunicado fue emitido por una coalición que incluye a Writers Against the War on Gaza, Palestinian Youth Movement, Right to Return Coalition, National Students for Justice in Palestine y Democratic Socialists of America.
Otros firmantes destacados son el académico Rashid Khalidi, la denunciante Chelsea Manning, la eurodiputada Rima Hassan, el médico y autor canadiense Gabor Maté, la activista Greta Thunberg, las escritoras Sophie Kemp y Rupi Kaur, y los actores Hari Nef e Indya Moore.
El papel del NYT en la protección de Israel ante la rendición de cuentas
Desde el inicio de la guerra genocida de Israel contra Gaza en octubre de 2023, The New York Times ha estado a la vanguardia de la desinformación, ayudando a proteger al régimen israelí de cualquier responsabilidad.
Esto ocurre en medio de la casi total destrucción de Gaza, una hambruna provocada por Israel (declarada en agosto) y un saldo de más de 68 500 palestinos muertos, la mayoría mujeres y niños.
Mediante un lenguaje selectivo y marcos narrativos sesgados, el Times amplificó acusaciones infundadas contra HAMAS —como las fabricadas sobre violaciones masivas— para blanquear y minimizar los crímenes de guerra israelíes. Todo esto mientras académicos del Holocausto y del genocidio, organizaciones de derechos humanos y un panel de expertos de la ONU coinciden en que Israel comete genocidio en Gaza desde 2023.
En abril de 2024, un memorando interno del Times reveló instrucciones editoriales estrictas para evitar términos como genocidio, limpieza étnica, territorio ocupado, Palestina (salvo en “casos muy raros”) e incluso campos de refugiados al cubrir los bombardeos israelíes sobre Gaza.
El mismo documento desaconsejaba el uso de palabras “emocionalmente cargadas” como masacre, carnicería o matanza para describir los ataques israelíes, mientras sí permitía un lenguaje más fuerte para referirse a las muertes israelíes o a las operaciones de HAMAS.
Activistas y analistas llevan años denunciando que el Times aplica una censura editorial sistemática, suavizando deliberadamente el lenguaje que podría presentar las acciones israelíes como crímenes de guerra o cuestionar la complicidad estadounidense.
Este sesgo no solo moldea la opinión pública, sino que borra el sufrimiento palestino y refuerza la narrativa israelí en defensa de los intereses geopolíticos de Washington.
Un reportaje desacreditado
El falso artículo del NYT, Gritos sin palabras (Screams Without Words), publicado en diciembre de 2023, se basaba en acusaciones infladas de violaciones y violencia sexual cometidas por combatientes de la Resistencia palestina HAMAS.
Gran parte de sus historias eran imposibles de verificar, la mayoría de las fuentes eran anónimas y varias familias de presuntas víctimas desmintieron públicamente los relatos.
El reportaje, escrito en gran medida por dos colaboradoras sin experiencia basadas en territorios ocupados por Israel, generó una oleada inmediata de críticas. Tras el escrutinio, el diario modificó discretamente algunos detalles, pero insistió en que su trabajo era “sólido” y se negó a retractarse.
Investigaciones independientes de Press TV, October 7 Fact Check, Mondoweiss, Electronic Intifada, The Grayzone y The Intercept revelaron que el texto estaba plagado de contradicciones, testimonios falsos y ausencia total de pruebas forenses.
Una de las falsificaciones más notorias fue el caso de Gal Abdush, presentada como “la mujer del vestido negro”. El Times la describió como víctima de violación asesinada el 7 de octubre, pero su familia denunció que la histtormentoria era “inventada” y que jamás fueron informados de que su caso se usaría para difundir falsedades.
Un portavoz del Kibbutz Be’eri también desmintió las acusaciones de violación calificándolas de “falsas”.
A pesar de meses de críticas —incluida una carta de más de 60 profesores de periodismo que cuestionaban la integridad del reportaje— el Times se mantuvo firme y rehusó emitir una retractación.
Cobertura sesgada
Según un análisis de The Intercept sobre los principales medios estadounidenses, The New York Times, The Washington Post y Los Angeles Times mostraron un sesgo sistemático contra los palestinos durante las primeras seis semanas de la ofensiva israelí en Gaza.
El estudio, basado en más de mil artículos, reveló que estos medios dedicaron mucha más atención y lenguaje emocional a las víctimas israelíes que a las palestinas, pese a que el número de muertos palestinos era muy superior.
Términos como masacre, matanza o atroz se usaron casi exclusivamente para referirse a ataques contra israelíes, mientras que las muertes palestinas se narraron en un tono neutro o pasivo.
Las muertes de miles de niños y periodistas palestinos fueron tratadas de forma marginal: la palabra niños apareció solo en dos titulares entre más de mil artículos.
Asimismo, los medios estadounidenses enfatizaron mucho más los incidentes antisemitas que los actos de racismo anti-musulmán tras el 7 de octubre, mencionando el antisemitismo casi siete veces más que la islamofobia.
Esta cobertura deshumanizó a los palestinos, reduciendo su sufrimiento a meras estadísticas y reforzando una visión proisraelí del conflicto.
The Intercept concluyó que este desequilibrio moldea la percepción pública y la postura política de EE. UU., mientras las generaciones jóvenes recurren cada vez más a las redes sociales para acceder a narrativas alternativas sobre Gaza.
Sesgo por omisión
La marginación de la narrativa palestina es la norma en los medios occidentales, incluso ante crímenes flagrantes bajo el derecho internacional, como los ataques a hospitales o a la prensa.
El artículo del Instituto de Medios de Al Jazeera, Sesgo por omisión: cómo los crímenes de la ocupación israelí son filtrados por los medios occidentales, examina cómo grandes medios —entre ellos el NYT— omiten o minimizan sistemáticamente el sufrimiento palestino y los crímenes de la ocupación israelí.
El texto expone cómo el Times ha borrado el dolor palestino a través de lo que los estudiosos de medios llaman “sesgo por omisión”: no solo sesgando el lenguaje, sino filtrando la narrativa misma, excluyendo testimonios, ignorando masacres y minimizando crímenes de guerra para proteger la imagen de Israel y los intereses de Estados Unidos.
Incluso cuando el diario publicó una rara columna del cirujano estadounidense Dr. Feroz Sidhwa sobre las atrocidades en hospitales de Gaza, enfrentó una campaña de difamación por parte de figuras proisraelíes en EE.UU. e Israel.
El Times se vio obligado a defender su cobertura —una muestra de cómo las realidades palestinas solo se permiten en los medios estadounidenses bajo intensa presión y escrutinio.
Patrones históricos de censura
El artículo destaca una estadística elocuente: entre 1970 y 2019, las voces palestinas representaron apenas el 1,8 % de los 2490 artículos de opinión publicados por el Times.
Otro estudio académico, basado en técnicas de inteligencia artificial, halló que el 90 % de los 33 000 artículos del Times sobre las dos Intifadas se centraban en la narrativa israelí —una tendencia que se ha intensificado con cada nueva guerra, hasta el actual genocidio.
Este desequilibrio persiste hoy: el diario ignoró el asesinato del principal médico de Gaza, el Dr. Marwan Sultan, y de su familia, pese a que medios británicos e independientes estadounidenses sí informaron sobre el ataque deliberado de Israel a equipos médicos.
En su lugar, el Times amplificó las afirmaciones del ejército israelí —como los supuestos túneles de HAMAS bajo hospitales— luego desmentidas, sin emitir correcciones ni asumir responsabilidad.
Guardianes del sufrimiento palestino
Este patrón refleja cómo el Times actúa como un “guardián” de la propaganda occidental, decidiendo qué vidas importan y qué historias merece conocer el mundo.
Al omitir crímenes de guerra y tragedias humanas que exponen la agresión israelí, refuerza la narrativa de Washington y protege a su aliado de la condena global. Así, el diario traiciona los principios éticos del periodismo y se convierte, en palabras de los activistas, en “un portavoz del poder estadounidense y de la ocupación israelí.”
En enero de 2024, un informe reveló cómo los principales periódicos estadounidenses —The New York Times, The Washington Post y Los Angeles Times— distorsionaron sistemáticamente su cobertura de la guerra en Gaza, alineando sus narrativas con las posiciones militares y políticas de Israel.
Periodistas de estos medios incluso se integraron en unidades del ejército israelí, produciendo reportajes filtrados por la censura militar del régimen.
El análisis mostró que este patrón convirtió el sufrimiento palestino en ruido de fondo, mientras amplificaba las emociones y perspectivas israelíes.
Basándose en datos de The Intercept sobre más de mil artículos, el informe reveló un desequilibrio extremo: por cada dos palestinos asesinados, solo se mencionaba uno; en cambio, cada muerte israelí recibía ocho menciones.
Palabras como masacre, matanza o horrendo se reservaron casi exclusivamente para israelíes, reforzando una narrativa emocional unilateral.
A pesar del asesinato sin precedentes de miles de niños y cientos de periodistas en Gaza, estas tragedias fueron prácticamente ignoradas por los tres periódicos.
La crítica mediática Sana Saeed, una de las firmantes de la carta de boicot, escribió en redes sociales que el Times mantiene “un aura de autoridad que le ha permitido ser cómplice de crimen tras crimen, con casi total impunidad.”
“Debería ser motivo de vergüenza pertenecer a una institución que fabrica deliberadamente justificaciones y propaganda para la exterminación de la nación palestina”, concluyó Saeed.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.
