Las restricciones vigentes durante décadas debido al apoyo de Siria a grupos de la resistencia regionales. La declaración provocó reacciones cautelosas entre los sirios, muchos de los cuales cuestionan tanto sus intenciones como el precio.
Las sanciones a Siria se remontan a la década de 1970, pero se intensificaron después de 2011. Si bien muchos esperan que terminen, también creen que Estados Unidos no ofrecería alivio sin esperar algo a cambio. Para la mayoría, la confianza sigue siendo el mayor obstáculo.
Muchos sirios ven las acciones occidentales a través de una lente de cálculo político, no de preocupación humanitaria. Para ellos, las palabras de Trump reflejan un patrón familiar: grandes promesas ligadas a agendas más ambiciosas, donde las vidas humanas son parte del trato.
Aunque estén cansados de las intenciones, los sirios coinciden en gran medida: las sanciones han perjudicado a la gente común mucho más que a cualquier élite política. Pero la verdadera estabilidad regional, argumentan, requiere más que gestos simbólicos; exige cambios en la política exterior hacia la región, empezando por el fin de las guerras israelíes.
Para muchos sirios, el levantamiento de las sanciones suena a un alivio bienvenido, pero también a un titular vacío. Sin garantías ni un cambio más amplio, siguen siendo escépticos de que una sola declaración pueda revertir años de aislamiento.
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