Luego del desprendimiento de un iceberg gigante en la Antártida, nombrado A-84, los científicos indagaron en el suelo marino para conocer lo que se escondía por debajo de este enorme bloque de hielo.
El enero de este 2025, el iceberg, que cubría un área de 510 kilómetros cuadrados, un tamaño similar a Chicago, se desprendió de su sitio en la península antártica a causa de los efectos del cambio climático, una muestra más del paso acelerado del deshielo en el continente.
A lo largo de ocho días, los investigadores observaron el fondo marino, llegando a profundidades de hasta 1300 metros mediante el uso de un vehículo de control remoto, el ROV SuBastian. Se realizaron estudios de la geología, la oceanografía física y la biología debajo de esta área que alguna vez estuvo cubierta por una plataforma de hielo flotante.
Entre sus registros destacan grandes corales y esponjas que albergan una gran variedad de especies marinas, incluyendo dracos, arañas marinas gigantes y pulpos. Fue tan grande su asombro por el nivel de biodiversidad y biomasa en un sitio tan recóndito, que incluso sospechan haber descubierto varias especies nuevas.
La hipótesis planteada por los investigadores es que, como las corrientes oceánicas también transportan nutrientes, las formas de vida que prosperan bajo estas gruesas capas de hielo deben ser sustentadas de alguna manera por corrientes oceánicas. El mecanismo preciso aún se desconoce.
El descubrimiento de un ecosistema que había permanecido escondido de los ojos del ser humano —brindando información clave sobre la dinámica de las capas de hielo, la oceanografía y los ecosistemas bajo las plataformas de hielo—, no debe ser motivo para desestimar el otro significado de este hallazgo, la pérdida de hielo de la capa de hielo antártica contribuye significativamente al aumento del nivel del mar a nivel mundial.
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