Publicada: martes, 24 de septiembre de 2024 12:32

El masivo bombardeo del ejército israelí en el este y sur del Líbano este lunes dejó más de 350 muertos y al menos 1200 heridos, desbordando los ya saturados hospitales del país, lo que aumenta el riesgo de una guerra total e intensifica las demandas de un embargo de armas contra Israel.

Por: Xavier Villar

Los medios locales describieron el bombardeo como "el ataque más letal desde la guerra entre Israel y Hezbolá en 2006". Este ataque se produjo pocos días después de que el ejército israelí detonara miles de buscapersonas y otros dispositivos electrónicos en todo el Líbano, causando la muerte de decenas de personas y dejando a miles heridos, lo que expertos —incluido el exdirector de la CIA, Leon Panetta— calificaron como un acto de terrorismo.

Por su parte, Hezbolá anunció, a través de su número dos, Naim Qassim, que “la guerra había entrado en una nueva fase”, lo que provocará más desplazamientos de colonos israelíes. Los recientes ataques con cohetes lanzados por la resistencia libanesa han obligado a decenas de miles de residentes de varias ciudades y localidades a buscar refugio. También se han cerrado las escuelas, y según informes, los hospitales han recibido instrucciones de trasladar a los heridos a refugios subterráneos.

Hezbolá comenzó una campaña de ataques contra Israel en el momento en que este desataba todo su potencial genocida sobre Gaza. La estrategia del grupo libanés, al igual que la del resto de integrantes del conocido como Eje de Resistencia, es desviar la atención de Gaza para intentar aliviar el sufrimiento de los palestinos. En este sentido, el Eje de Resistencia ha desarrollado la estrategia de la unidad de todos los frentes, reconociendo la centralidad de Palestina en el diseño de estrategias militares contra la ocupación colonial sionista. Los ataques yemeníes en el Mar Rojo son un ejemplo de esta estrategia.

La expresión "Unidad de Frentes" cobró fuerza tras la batalla "Espada de Jerusalén", lanzada por HAMAS en mayo de 2021, en defensa de la Mezquita de Al-Aqsa y como respuesta a las repetidas violaciones sionistas del complejo de la mezquita, así como al intento de erradicar el vecindario de Shaykh Jarrah en Jerusalén.

La "Unidad de Frentes" implica, en la práctica, movilizar varios campos y frentes simultáneamente contra el enemigo israelí, incluso cuando un movimiento de resistencia particular inicia la batalla por razones específicas. Es fundamental ver esta "unidad de frentes" como un movimiento con un objetivo claro: la derrota de Israel, aunque no responda a una visión única y centralizada en cuanto a estrategias y tiempos. Se puede decir que se comparten objetivos sin que esto implique una subordinación vertical a un modo específico de actuar. Tanto Hezbolá como el resto de sus miembros siguen lógicas y estrategias propias, manteniendo siempre a Palestina y su liberación en el centro de sus preocupaciones.

La respuesta de Israel, respaldada por sus patrocinadores y aliados occidentales, ha consistido en una campaña que aborda cada frente de manera aislada, con el objetivo de desvincularlos colectivamente de Gaza y entre sí. Sin embargo, es evidente que este objetivo no se ha alcanzado y todo apunta a que no se logrará en el futuro. El apoyo de Hezbollah a Gaza es el mejor ejemplo de esta unidad en todos los frentes. Su estrategia se basa en intensificar el desgaste del ejército ocupante para impedirle usar toda su fuerza contra Gaza y debilitar su frente interno.

A través de una operación sin precedentes en la historia del conflicto árabe-israelí, se forzó a unos 250.000 colonos a vivir en condiciones de inseguridad. La mitad de ellos se desplazó completamente de los asentamientos, mientras que la otra mitad ha sufrido enormemente desde el pasado 8 de octubre. Durante este periodo, la confrontación siguió reglas precisas que limitaban la respuesta del enemigo al marco establecido por la resistencia.

La resistencia asumió altos costos, tanto en términos de su estructura militar como en la pérdida de líderes y combatientes. También tuvo que gestionar de manera especial a unos 100.000 desplazados libaneses de las aldeas de la primera línea. Durante más de 11 meses, el plan de la resistencia funcionó adecuadamente, lo que incrementó la ira de Israel. Al darse cuenta de que no podría detener el fuego en el norte sin frenar el combate en el sur, Israel decidió cambiar las reglas del juego.

Este cambio se basa en aplicar el modelo de Gaza, es decir, destrucción y muerte, ahora al Líbano, con el objetivo de intentar someter a Hezbollah y, como se ha señalado, desvincular el escenario libanés del palestino. Sin embargo, toda la presión y opresión israelí sobre el Líbano no puede lograr esta desvinculación de escenarios, ya que para Hezbollah la resistencia contra Israel es una lucha existencial. 

Hezbollah percibe este enfrentamiento como una batalla entre la justicia y la opresión, que trasciende la mera defensa territorial. Esta visión existencial implica una lucha política por establecer una comunidad justa que represente la soberanía divina en este mundo. 

El mejor ejemplo de esta visión es la figura del Secretario General de Hezbollah, Sayyed Hassan Nasrallah. Tras el asesinato de su hijo en 1987, Nasrallah, en una aparición pública pocas horas después de recibir la noticia, declaró: “Mi hijo mártir eligió este camino por su propia voluntad. Israel podría pensar que ha logrado la victoria al matar al hijo del secretario general. Pero este combatiente no estaba caminando por la calle cuando lo mataron; estaba junto a sus camaradas en la línea del frente”.

Israel está dejando claro al mundo que desea una guerra regional amplia, no solo en Palestina, sino también en Líbano e Irán. Su objetivo es romper la unidad política de solidaridad en torno a Palestina. Sin embargo, tras casi un año de genocidio en Gaza, no ha logrado quebrar la resistencia anticolonial en esa región, lo que sugiere que tampoco esta vez alcanzará su objetivo.