Publicada: lunes, 24 de febrero de 2025 21:14

La procesión fúnebre de líderes de Hezbolá en Beirut mostró la firme determinación del pueblo para continuar con la Resistencia libanesa.

Por: Ghadir Khumm *

La procesión fúnebre de los líderes mártires del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá y Seyed Hashem Safi al-Din, en el Estadio Camille Chamoun de la Ciudad Deportiva de Beirut, fue una demostración ejemplar de la determinación y la convicción del pueblo para llevar adelante la antorcha de la Resistencia.

El evento fue increíblemente emotivo, con una asistencia estimada de más de 1,4 millones de personas que acudieron a la capital libanesa desde todo el mundo, desafiando amenazas y restricciones.

Cientos de miles llenaron el estadio de Beirut y sus alrededores, mientras muchos viajaron desde el sur del Líbano y el Valle de la Bekaa, algunos incluso caminando largas distancias hasta Beirut, la capital, para llegar a tiempo.

El estadio rápidamente alcanzó su capacidad máxima, dejando a decenas de miles de personas de pie en multitudes densamente agrupadas fuera. La atmósfera estuvo marcada por un mar de banderas representando diversos movimientos y naciones.

Las más prominentes fueron las banderas rojas y amarillas de Hezbolá, con el rojo simbolizando la sangre de los mártires. Junto a ellas, también se izaron la bandera libanesa, la de las Unidades de Movilización Popular (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) de Irak y la del Movimiento Amal del Líbano (Harakat Amal, en árabe).

Asimismo, se exhibieron las banderas de la República Islámica de Irán, Irlanda, Túnez, Turquía, Argelia, Yemen (incluido su lema de resistencia), Siria y Palestina, reflejando la solidaridad y la importancia del momento mientras millones se reunían para honrar a los líderes mártires de Hezbolá.

Un momento particularmente llamativo durante la procesión fúnebre ocurrió cuando cuatro aviones de guerra israelíes violaron la soberanía libanesa mientras los ataúdes del mártir Nasralá y el mártir Safi al-Din eran llevados alrededor del estadio, pasando entre las hordas de personas.

Mientras los aviones de guerra sobrevolaban el funeral, los asistentes coreaban desafiante: “Muerte a Israel, Muerte a EE.UU., ¡Labbaik Ya Nasralá!” (Estamos a tu servicio, Oh Nasralá). Este acto no solo fue una humillación para el cobarde enemigo sionista, sino también un testimonio de la resistencia y el coraje del pueblo.

El pueblo libanés ya había soportado un sufrimiento inmenso, especialmente a finales del año pasado, tras los implacables bombardeos en el sur del Líbano y los suburbios de Dahiya. Hogares y edificios fueron destruidos, y el terrorismo de los buscapersonas cobró más de una docena de vidas, dejando a más de 4000 heridos, incluidos niños.

Poco después, el martirio de Seyed Nasralá añadió más dolor a la nación. Sin embargo, a pesar de todo este sufrimiento y pérdida, la presencia de los aviones de guerra enemigos sobre el funeral no tuvo ningún efecto.

Estaba destinado a ser una forma de intimidación, pero el pueblo se mantuvo firme, reafirmando su lealtad a los principios y valores que los líderes mártires defendieron toda su vida.

Un momento significativo durante el funeral fue el llamado de las facciones de Resistencia palestinas en Gaza y Palestina instando a su pueblo en el Líbano a asistir a la procesión fúnebre de los dos mártires.

Los asistentes ondearon banderas del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS) junto con otros estandartes políticos y de Resistencia, lo que no solo silenció los debates sectarios, sino que también desafió a aquellos que apoyaban a Hamas mientras se oponían a Hezbolá.

El movimiento de Yihad Islámica Palestina también emitió una declaración en la que afirmaba que la nación despedía a dos líderes icónicos de la resistencia que habían sacrificado sus vidas y sus hijos en el camino hacia Al-Quds ocupada, instando a participar como homenaje a la lucha por la liberación de Gaza.

Al mismo tiempo, los palestinos continuaron honrando la memoria del mártir Nasralá y sus compañeros, incluso frente a la guerra genocida en curso, recordando sus sacrificios gloriosos.

En marcado contraste, las fuerzas de la Autoridad Palestina irrumpieron en un acto conmemorativo, derribando banderas de Hezbolá, agrediendo a los asistentes y deteniendo a un periodista en un intento por silenciar las expresiones de solidaridad.

Las facciones de Resistencia palestinas, incluida la Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), condenaron la brutal represión, tachándola de una violación de las libertades civiles y una traición a la unidad nacional en un momento en que los palestinos deberían estar unidos contra la ocupación sionista.

Sin embargo, a pesar de estos intentos de suprimir sus voces, el firme compromiso del pueblo con el ilustre legado de Seyed Nasralá demostró que su influencia trasciende fronteras.

Estas expresiones de solidaridad se extendieron mucho más allá del Líbano. En la ciudad de Nueva York, se realizó una vigilia en respuesta al llamado de la Resistencia para conmemorar el martirio de Seyed Nasralá.

Los asistentes a la vigilia no solo rindieron homenaje, sino que también se enfrentaron a vigilantes sionistas y provocadores fascistas, manteniéndose firmes en su desafío. Las imágenes mostradas en el evento incluían figuras de Seyed Nasralá, Seyed Safi al-Din, Yahya Sinwar, Ismail Haniya y Qasem Soleimani, simbolizando la lucha interconectada de los movimientos de Resistencia en toda la región.

De vuelta en Beirut, entre el mar de dolientes, fue particularmente conmovedor ver a Mohammad Mahdi Nasralá y Mohammad Yawad Nasralá, hijos de Seyed Nasralá, despidiéndose de su padre.

Cerca de los ataúdes, sobre una caja, estaba Hach Abu Ali, el leal y antiguo guardaespaldas de Seyed Nasralá. Su presencia fue una agradable sorpresa, ya que muchos pensaban que había sido martirizado.

Abu Ali estaba dentro del camión, cerca de los ataúdes, limpiando suavemente las kufiyas (pañuelo palestino) y la ropa de las personas antes de devolverlos a los dolientes.

Más tarde, se le vio sentado solo dentro del camión junto a los ataúdes, un momento tanto hermoso como desgarrador. Un hombre que había dedicado su vida a proteger al líder de Hezbolá permaneció a su lado hasta el final.

Esta procesión fúnebre no fue solo una despedida emotiva. Fue una profunda declaración de unidad, resistencia y lealtad inquebrantable al movimiento de Resistencia y sus líderes mártires.

Fue un momento que resonó mucho más allá del Líbano, enviando un mensaje claro al mundo —y a los medios sionistas en particular— sobre el profundo amor que el pueblo tiene por Hezbolá. Este es un pueblo que no puede ser quebrantado, porque no ve el martirio como un fin, sino como el comienzo de un legado eterno.

Aunque el martirio de Seyed Nasralá deja una herida que pesa en el corazón, su legado trasciende el tiempo. Él ha sido, y siempre será, una fuente de inspiración duradera para millones.

Su voz resonará en cada batalla por la justicia, su camino será seguido por las generaciones futuras hasta la liberación de Palestina, y su luz nunca se apagará.

* Ghadir Khumm es una estudiante universitaria en Canadá que cursa una maestría en estudios postcoloniales, mientras dedica su tiempo a las relaciones internacionales.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.