Si cerca de un millón y medio de libaneses asistieron al funeral de Seyed Hasan Nasralá, significa que casi la mitad del país estuvo en las calles de Beirut reafirmando su compromiso con Hezbolá.
La compleja organización del funeral es en sí una prueba de fortaleza. Si con los asesinatos y la destrucción masiva el régimen israelí esperaba una debacle moral, aparentemente consiguió lo contrario.
Son datos que deberán tomarán en cuenta los promotores del exterminio, pero el vuelo provocador de aviones israelíes por los cielos de Beirut en medio de la ceremonia, indica lo contrario. En lugar de pánico, generaron más determinación.
El hombre de las victorias dejó una huella profunda en el alma de su pueblo.
Alejandro Kirk, Beirut.
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