En una columna del diario estadounidense The New York Times se compara los polémicos comentarios del presidente de EE.UU., Donald Trump, ante las protestas por el asesinato de Floyd, con los del jefe de la Policía de Miami, recordado por sus pronunciamientos de corte racista en 1967, para después alertar del inicio de un ciclo de escalada de violencia en el país.
El informe se centra en la frase “cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiroteos”, incluida en un mensaje de Trump publicado recientemente en su cuenta de Twitter, aseverando que es la misma que usó en 1967 el aludido jefe policial, Walter Headley, para intentar justificar la represión de los disturbios en los barrios de mayoría afroamericana durante el movimiento por la reivindicación de los derechos civiles.
El polémico tuit de Trump hizo que muchos lo interpretaran como una amenaza a los manifestantes: “Estos MATONES están deshonrando la memoria de George Floyd, y no dejaré que esto pase. Acabo de hablar con el Gobernador (de Minesota) Tim Walz y le he dicho que el Ejército está con él. Cualquier dificultad y asumiremos el control pero, cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiroteos. ¡Gracias!”, escribió caldeando aún más los ánimos en un país que vive días de gran tensión por este nuevo episodio de discriminación racial.
Twitter no tardó en reaccionar y dijo que el mensaje incumplía sus reglas “relativas a glorificar la violencia”, aunque lo mantuvo porque, según la red social de mensajería, puede ser de interés público, por lo que debe permanecer accesible.
La muerte del afrodescendiente George Floyd en la ciudad de Minneapolis (Minesota) ha generado masivas protestas en diversas ciudades estadounidenses. El desarmado Floyd murió el lunes después de estar al menos 10 minutos boca abajo contra el suelo, mientras un policía blanco lo inmovilizaba con una rodilla en el cuello. “No puedo respirar”, se escucha decir al detenido en el vídeo de los hechos captado por un transeúnte.
Su muerte ha desenterrado otros casos similares, como el caso de Eric Garner, que murió asfixiado en 2014 por el abrazo mortal de un policía en Nueva York, tras gritar hasta 11 veces: “No puedo respirar”, y quien se volvió símbolo del movimiento Black Lives Matter. Cabe mencionar que unos 700 afrodescendientes han sido asesinados desde 2017 a manos de fuerzas del orden.
Las masivas movilizaciones contra la brutalidad y el abuso policiales y los disturbios, al hilo de los tuits desafiantes de Trump, se han extendido por las principales ciudades de todo EE.UU., desencadenando el pánico de las autoridades que se han visto obligadas a declarar toques de queda nocturnos en lugares como Minneapolis y Los Ángeles, entre otros, a fin de reestablecer el orden y la seguridad en sus correspondientes circunscripciones.
El hecho de que el líder republicano tildase de “matones” a los manifestantes en Minneapolis, que repudian el asesinato de Floyd, y amenazara con tirotearlos demuestra que Trump es un fiel servidor de la agenda de la supremacía blanca, anota The New York Times.
De hecho, añade, que el magnate neoyorquino al describir a los manifestantes como “matones” y “saqueadores” ha querido alentar de manera repulsiva los sentimientos e instintos racistas entre los estadounidenses.
La insistencia de Trump en recurrir a la represión militar, de mano de la Guardia Nacional desplegada a Minneapolis, para sofocar las revueltas no solo ha enfurecido a sus críticos, al plantear la posibilidad del uso indiscriminado de armas, sino que ha provocado gran temor a que estallen nuevos enfrentamientos raciales en una sociedad tan multicultural como la estadounidense, similares a los que acontecieron en California, con el caso de Rodney King, allá en 1992, recoge el editorial
También alzó la voz, prosigue, Joe Biden, exvicepresidente y candidato demócrata a las elecciones presidencial del próximo 3 de noviembre, quien reprochó a Trump su actitud ante la crisis. “Está hablando de la violencia contra los ciudadanos estadounidenses en una situación en la que las personas están cansadas y heridas. Estoy enojado y tú también deberías estarlo”, subrayó.
Viendo la reacción escalonada de repulsa de los manifestantes en EE.UU. al asesinato racista de Floyd, puntea el informe, uno se percata de que los iracundos manifestantes no confían ni un ápice en la imparcialidad que pudiera impartirse desde un Gobierno segregacionista, como el de Trump, a un caso de brutalidad policial cometida por un agente blanco.
El racismo en Estados Unidos no es un cuento chino y menos aún que sea un mito, sin todo lo contrario, se trata de un hecho muy arraigado en la sociedad estadounidense, y es de tal magnitud que los propios ciudadanos son bien conscientes de este sentimiento exacerbado, extendido en muchos casos en el seno de la comunidad anglosajona que, a menudo, causa discriminación o persecución contra otros grupos étnicos que conforman la población de esta nación, que “fundamenta su grandeza” en la migración de otros pueblos a esos lares.
Entre quienes han sufrido en carne propia ataques y comentarios xenófobos del mismísimo Trump, se puede mencionar a la legisladora demócrata por Michigan, Rashida Tlaib, de origen palestino, quien le catalogó de “un supremacista blanco” y “que tiene miedo a las mujeres de color”, solo porque se está congresista, al igual que sus correligionarias, de procedencia extranjera, se atreven a plantearle cara a las polémicas medidas racistas del magnate inmobiliario.
La actitud provocativa de Trump enervó tanto a Biden, que este le recomendó no menospreciar e ignorar la ira y la frustración de los afrodescendientes en estos momentos, y aunque el asesino de Floyd, el oficial, Derek Chauvin, ya está detenido y acusado del crimen pasará mucho tiempo para que se calmen las aguas y se cierren las heridas. “Estados Unidos debe enfrentar las profundas heridas del racismo. Ahora no es un buen momento para tuits provocativos. Esta es una crisis nacional y necesitamos un liderazgo real en la situación actual para que podamos erradicar el racismo juntos”, le espetó.
The New York Times expresó, igualmente, que las repercusiones históricas y negativas generalizadas de los comentarios de Headley provienen de un enfoque racista que tuvo su apogeo en los años 60, y pese a que a día de hoy tiene sus firmes detractores, hay gente como Trump que recurren a estas mismas manifestaciones segregacionistas.
Allá en 1967, las manifestaciones de Headley derivaron en una escalada de tensión y enfrentamientos raciales entre las minorías y las fuerzas de seguridad de Estados Unidos, incluidas las virulentas protestas de Los Ángeles.
Estas muestras de rechazo a la discriminación racial en EE.UU. siguieron tomando fuerza hasta que sufrieron un golpe letal en la primavera de 1968, con el asesinato de Martin Luther King, líder del movimiento de los derechos civiles
Al concluir, The New York Times sugiere a las autoridades estadounidenses que tengan presente el cuadro comparativo de frases racistas de Trump, inspiradas en las Headley, que después de tantos años y violencia lamentablemente sigue vigente.
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