Incluso aquellos países que optan por una prudencia estratégica, esquivando tomar una postura clara, podrían verse atrapados en la vorágine.
Los indicios de una posible confrontación a gran escala son cada vez más visibles, con una tensión que crece de manera alarmante y se extiende como una onda expansiva. En este contexto, algunos actores ya han comenzado a “tocar los tambores” y a proyectar escenarios de un conflicto que parece, cada vez más, un destino inexorable. Otros observan estos síntomas de inestabilidad con preocupación, mientras algunos ya se preparan para un eventual día después, como si la guerra fuera inminente.
¿Estamos realmente al borde de un conflicto regional de grandes dimensiones? La incertidumbre se apodera de una región donde la escalada bélica parece ser la próxima estación en una ruta trazada por actores que ya han comenzado a trazar ecuaciones y escenarios, en un intento por prever lo que parece inevitable.
La gravedad del momento política e históricamente
La región de Asia Occidental podría estar atravesando el momento más peligroso desde la Guerra de los Seis Días en 1967, la Guerra de Yom Kipur en 1973, o incluso desde la Guerra de 1948, hitos claves en el prolongado conflicto con el enemigo israelí. Hoy, la posibilidad de un deterioro acelerado y una explosión de tensiones en el escenario regional parece más cercana que nunca.
La hipótesis de una guerra regional amplia, de magnitud sin precedentes, enfrenta a Israel y sus aliados contra el eje de la Resistencia. Este es un momento decisivo, de implicancias existenciales, que mantiene al mundo entero en alerta, con los ojos puestos en el próximo movimiento.
Los ataques entre Israel e Irán
Irán, tras su respuesta inicial al primer ataque israelí con la operación "Verdadera Promesa 1" y su posterior réplica en la "Verdadera Promesa 2", ha decidido responder una vez más con la "Verdadera Promesa 3", una operación anticipada y esperada. Con esta acción, Irán ha dejado de lado la paciencia estratégica para adoptar una estrategia de disuasión ante la ofensiva israelo-anglosajona, encabezada por Estados Unidos y Reino Unido. Se prevé que esta respuesta sea aún más firme y contundente.
Con todo, Irán ha decidido retrasar sus preparativos ofensivos y defensivos hasta después de las elecciones presidenciales de EE. UU., con el fin de evitar que su respuesta sea utilizada o explotada en el contexto electoral estadounidense.
Dos posibles caminos
La región enfrenta dos posibles caminos: el primero es un gran estallido, una guerra regional entre Israel y Occidente contra Irán y las fuerzas de resistencia.
El segundo camino es regresar a una solución política y abandonar la locura de la confrontación estadounidense-israelí, entrando en una época de entendimientos, acuerdos y soluciones políticas para detener la ofensiva y limitar sus daños.
El sistema y los arreglos regionales
En medio de la compleja gestación de un nuevo Asia Occidental —ya sea bajo la visión estadounidense-israelí o la del eje de Resistencia— el régimen de Tel Aviv intenta, mediante la escalada del conflicto y el uso excesivo de la fuerza, desde Gaza hasta el sur de Líbano, bloquear cualquier participación del eje de resistencia en la configuración del sistema regional.
Su estrategia busca aislar a las fuerzas de Resistencia, debilitando a algunas o eliminando a otras, con el fin de consolidar su control sobre la región, respaldada por Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Intereses de EEUU
La gran incógnita gira en torno a lo que pretende Estados Unidos o, más concretamente, el aparato profundo del Estado estadounidense en relación con Asia Occidental, al margen de quién ocupe la presidencia —ya sea Biden, Harris o Trump.
¿Cuál es la postura de Washington frente a la guerra en Gaza, el conflicto en Líbano y la creciente escalada hacia Irán y Siria? La respuesta a esta cuestión dependerá en última instancia de los cálculos estratégicos y de los intereses estadounidenses en la región, ponderando el equilibrio entre posibles beneficios y pérdidas.
La decisión de paz y guerra
La decisión sobre la paz y la guerra en la región no recae en los pueblos árabes e islámicos, quienes todavía están bajo la influencia política y económica de Estados Unidos, aunque ya no sufren el colonialismo directo de las potencias europeas.
De hecho, varios países siguen bajo ocupación militar. Esta guerra ha evidenciado que Estados Unidos persiste en su intento por mantener su dominio en la región, a pesar de las afirmaciones sobre un cambio en su postura estratégica. Tanto EE.UU. como Israel continúan siendo los actores que definen la dinámica de paz y guerra frente a sus competidores internacionales y regionales, especialmente Irán, Rusia y China.
Competencia entre guerra y solución
La región se encuentra en una encrucijada, ante la disyuntiva de optar entre una solución política integral o el riesgo de una guerra militar de gran envergadura. Estas alternativas no son meramente opciones, sino que representan escenarios complejos, cada uno con sus propias señales, límites y riesgos inherentes. Si la guerra se desata, no será un conflicto aislado ni limitado; su impacto se sentiría en todas las naciones y fuerzas involucradas. Asimismo, cualquier solución política que se busque debe ser total y abarcadora. Entonces, la pregunta que surge es: ¿estamos más cerca de una gran confrontación o de una resolución definitiva?
En este contexto, Irán, como líder del eje de Resistencia, podría desempeñar un papel crucial en la búsqueda de un equilibrio y estabilidad regional. Por su parte, EE.UU. e Israel mantienen el control sobre el detonador de esta situación. Sin embargo, esto no significa que la guerra sea inevitable, ni que la hegemonía estadounidense-israelí esté predestinada. ¿Estamos a las puertas de un estallido bélico que podría ser el último? ¿Asistiremos a una era en la que Israel ejerza su dominio sobre la región, o, por el contrario, veremos surgir una resistencia que busque restablecer el equilibrio y, en última instancia, alcanzar la victoria?
Por Mohsen Khalif