Publicada: miércoles, 23 de abril de 2025 13:46

En las actuales negociaciones indirectas entre Irán y Estados Unidos para alcanzar un nuevo acuerdo nuclear, destaca una ausencia significativa en comparación con las conversaciones que dieron origen al JCPOA: la de los países europeos.

Su exclusión marca un cambio notable en el equilibrio diplomático que durante años caracterizó este proceso, lo que plantea interrogantes sobre el futuro papel de Europa en uno de los frentes más sensibles de la política internacional.

La relación de Europa con Irán en el ámbito nuclear tiene una larga historia que se remonta a 2002, cuando, tras el surgimiento del expediente nuclear iraní en los foros internacionales y el aumento de las presiones externas, el gobierno del presidente Seyed Mohammad Jatami decidió optar por la vía diplomática. En este contexto, se iniciaron conversaciones con tres países europeos: Reino Unido, Francia y Alemania. De esos esfuerzos surgieron tres acuerdos clave —Saadabad, Bruselas y París— que culminaron en la suspensión voluntaria de las actividades nucleares de Irán, como un gesto de buena voluntad hacia la comunidad internacional.

Sin embargo, en 2005, durante el mandato de Hasan Rohani como secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Irán presentó un informe al entonces director general del OIEA, Mohamed El Baradei, señalando que las negociaciones con la troika europea habían fracasado. A pesar de que Irán cumplió estrictamente sus compromisos, incluyendo la suspensión de partes significativas de su programa nuclear, los tres países europeos no cumplieron con las obligaciones que habían contraído, lo que dejó a Irán insatisfecho con el proceso.

A pesar de este revés, la presencia de los europeos en las negociaciones con el grupo 5+1 se reanudó en 2007, pero esta ronda de conversaciones culminó con el fin del mandato del presidente iraní. Fue bajo la presidencia de Hasan Rohani cuando las negociaciones se reactivaron, lo que finalmente condujo al histórico acuerdo conocido como el "JCPOA". En este proceso, Francia adoptó una postura rígida, desempeñando el papel de "malo de la película", mientras que Estados Unidos se posicionaba de manera más flexible, facilitando el camino hacia un acuerdo.

Las conversaciones para la reactivación del JCPOA continuaron bajo la presidencia del mártir Raisi. En este nuevo ciclo, las negociaciones se llevaron a cabo de forma indirecta, con los europeos actuando como intermediarios. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, estas conversaciones no lograron el éxito esperado, lo que dejó una sensación de frustración tanto en Irán como en la comunidad internacional.

En este contexto, la ausencia de los europeos en las actuales negociaciones entre Irán y Estados Unidos marca un punto de inflexión importante. Durante años, los países europeos, particularmente los miembros de la troika (Reino Unido, Francia y Alemania), desempeñaron un papel crucial en el proceso, pero su falta de participación directa en los esfuerzos para revitalizar el acuerdo nuclear plantea dudas sobre el futuro de las conversaciones y sobre el lugar que Europa ocupará en este nuevo escenario diplomático.

Jean-Noël Barrot, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, ofreció una reacción ante las negociaciones indirectas que se están llevando a cabo en Omán. En vísperas de la reunión de los ministros de Exteriores de la Unión Europea, Barrot destacó que, junto con Alemania, el Reino Unido y otros aliados, Francia velará por que cualquier acuerdo entre Irán y Estados Unidos esté alineado con los intereses estratégicos de Europa, especialmente en lo que respecta al programa nuclear iraní. "Esperamos el informe del Director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica en las próximas semanas, un informe que debe aclarar con precisión el estado de los avances de este programa", añadió, subrayando la necesidad de transparencia y monitoreo en el proceso.

Estas declaraciones reflejan el desafío de Europa en el nuevo contexto de las negociaciones nucleares: a pesar de no estar directamente involucrados en el proceso, los europeos continúan siendo actores importantes en la diplomacia nuclear. Sin embargo, deben adaptarse a una dinámica en la que Irán y Estados Unidos han tomado las riendas del proceso. A medida que avanza la diplomacia indirecta, Europa se enfrenta a la tarea de equilibrar sus propios intereses estratégicos con la necesidad de una participación constructiva que asegure tanto la estabilidad regional como el respeto por los compromisos internacionales.

Más de dos décadas de negociaciones nucleares entre Irán y Europa, que van desde los acuerdos de París y Saadabad hasta el JCPOA, muestran que Europa no ha logrado consolidarse como un actor verdaderamente independiente en este ámbito. A pesar de su involucramiento en las rondas de negociaciones, los europeos han sido incapaces de cumplir con sus compromisos, especialmente tras la retirada de Estados Unidos del acuerdo. Un ejemplo claro de esto fue la creación de un canal financiero común con Irán, que finalmente fue cancelado en un silencio casi total, lo que refleja la dificultad de Europa para actuar de manera autónoma frente a las presiones de Washington.

Desde la perspectiva iraní, Europa debería dar un paso crucial hacia la recuperación de su verdadera independencia, lo cual podría comenzar con una revisión profunda de su enfoque hacia las sanciones. En lugar de seguir sin cuestionar las medidas coercitivas impuestas por Estados Unidos, un gesto tangible como la anulación de dichas sanciones no solo sería un primer paso hacia la autonomía, sino también una señal clara de que Europa está dispuesta a desempeñar un rol más activo y relevante en la diplomacia internacional. Este paso podría permitir a Europa distanciarse de la dependencia estratégica de Washington y recuperar su capacidad para actuar en función de sus propios intereses.

En este contexto, las amenazas por parte del E3 (Reino Unido, Francia y Alemania) de reactivar el conocido "mecanismo de 'snapback'", que permitiría la reactivación de las sanciones de las Naciones Unidas contra Irán si se considera que el país ha violado el JCPOA, reflejan una política de seguidismo que Irán ha criticado en numerosas ocasiones. Esta amenaza, vista por Teherán como un acto de alineación incondicional con Estados Unidos y sus aliados, es percibida como un obstáculo significativo para la resolución diplomática del conflicto.

Desde la perspectiva iraní, la activación del mecanismo "snapback", considerado ilegal por Irán, no solo socavaría la posibilidad de una salida negociada, sino que también alinearía a los países del E3 con Israel en su intento por sabotear cualquier esfuerzo diplomático en la región. Tal postura no solo debilitaría la confianza mutua necesaria para una negociación efectiva, sino que también perpetuaría la dinámica de confrontación en lugar de promover un entendimiento y una paz duradera en Oriente Medio.

En este sentido, para que cualquier proceso negociador tenga éxito, se considera fundamental que exista reciprocidad y que todas las partes cumplan con sus compromisos. En el contexto actual, donde Europa no está presente en la mesa de negociaciones entre Irán y Estados Unidos, puede ser el momento adecuado para que los actores europeos reflexionen sobre el papel constructivo que podrían desempeñar. Si Europa aborda este nuevo ciclo de negociaciones con un enfoque renovado, basado en el respeto mutuo y el compromiso efectivo, podría contribuir de manera significativa a la resolución de los desafíos nucleares y a la estabilidad de la región. De esta manera, Europa no solo tendría la oportunidad de recuperar su relevancia en la diplomacia internacional, sino también de fortalecer su independencia política en un escenario global cada vez más complejo.

Por Xavier Villar