Desde las primeras horas, las calles de Teherán (la capital) y más de 900 ciudades de Irán se han convertido en escenario de multitudinarias protestas, donde resuenan consignas como “Muerte a Israel” y “Muerte a Estados Unidos”.
Bajo un mar de banderas iraníes y palestinas, los asistentes alzan pancartas que denuncian la ocupación israelí y la violación de la santidad de la Mezquita Al-Aqsa, mientras proclaman el “inminente colapso” del régimen de Tel Aviv.
Entre la multitud, sobresalen carteles con imágenes de la explanada de la mezquita, acompañadas de la frase “Al-Quds es nuestra”, un lema que resume la determinación irrefutable del mundo musulmán por liberar de la ciudad de Al-Quds (Jerusalén).
El Día Mundial de Al-Quds, instaurado por el fundador de la Revolución Islámica, el ayatolá Jomeini (que descanse en paz), sigue siendo, más que una protesta, una promesa de guerra hasta que Al-Quds vuelva a manos musulmanas.
El punto final a las masivas movilizaciones por el Día Mundial de Al-Quds llegará este viernes con el rezo colectivo, donde los oradores reiterarán el apoyo inquebrantable de Irán a la Resistencia palestina y condenarán enérgicamente las brutales agresiones israelíes contra civiles y santidades islámicas en la Franja de Gaza y la ocupada Cisjordania.
La convocatoria no dejó lugar a dudas: desde el jueves, el Líder de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, junto a los tres poderes del Estado y todas las ramas de las Fuerzas Armadas, llamaron a la población a inundar las calles en una demostración de fuerza que refuerce el compromiso iraní con la causa palestina.
Una fecha con sello revolucionario
El Día de Al-Quds no es una protesta más. Fue instituido en agosto de 1979 por el Imam Jomeini (que descanse en paz), fundador de la República Islámica, quien designó el último viernes de Ramadán como jornada de lucha por la liberación de Jerusalén (Al-Quds). Más que una conmemoración, es un símbolo: el día en que el mundo musulmán despierta y se une bajo una misma bandera.
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