Tras días de enfrentamientos, las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) expulsaron el martes a los terroristas de la ciudad de Ain Issa, ubicada en Raqqa, provincia norteña de Siria, anunció el autodenominado Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
"Ahora, hasta el mismo límite de Raqqa, las líneas de defensa del EIIL son frágiles, porque no hay fortificaciones en ese sector, que es un terreno llano",dijo Abdel Rahman.
Según el director del OSDH, Rami Abdel Rahman, los terroristas de Daesh se vieron obligados a retirarse "al este de la ciudad y hacia el norte de Raqqa".
"Ahora, hasta el mismo límite de Raqqa, las líneas de defensa del EIIL son frágiles, porque no hay fortificaciones en ese sector, que es un terreno llano", agregó.

Redur Jelil, un vocero de las YPG, confirmó el anuncio y aventuró la posibilidad de que los kurdos, en un futuro, traten de recuperar el control de la misma ciudad de Raqqa, considerada por muchos la capital de facto del EIIL. Sin embargo, aclaró, que no se trata de un objetivo a corto plazo.
"Raqqa está lejos y está bien defendida. Tomarla necesita fuerzas y armas en cantidad", añadió.
Las YPG se apoderaron el lunes de la base militar Liwa 93 (Brigada 93), en la misma provincia de Raqqa. El OSDH aseguró con anterioridad que la toma del control de dicha base supondría la derrota definitiva del EIIL en Ain Issa.
Desde mediados de marzo de 2011, Siria lucha en solitario contra grupos armados que gozan del respaldo de ciertos países regionales y occidentales como Arabia Saudí, Turquía y Estados Unidos.
El representante de Siria ante las Naciones Unidas, Bashar al-Yafari, cuestionó hace días el papel de la llamada coalición anti-EIIL, liderada por EE.UU., en la lucha antiterrorista y señaló que Washington lucha contra Irak y Siria por mediación del EIIL.
Según las estimaciones del Centro Nacional Antiterrorista de EE.UU. (NCTC, por sus siglas en inglés), más de 20 000 extranjeros, de 90 países, incluidos estadounidenses y europeos, se han unido a los terroristas del EIIL para expandir la ideología takfirí en Irak y Siria.
La violencia desatada en Siria ha provocado la muerte de más de 230 000 personas y cerca de 8 millones de desplazados internos.
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