Al estilo medieval, Arabia Saudí, terminó con la vida del opositor que criticó a la monarquía. Lo ejecutó junto a varios activistas chiíes para mandar un mensaje claro, "quien haga críticas y pida derechos humanos merece la muerte".
La comunidad internacional reaccionó rápida y contundentemente. Irán afirma que Arabia Saudí dio otro paso para promover el sectarismo, el terrorismo y el extremismo en Oriente Medio. El Líder de la República Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, lo calificó de un grave crimen.
Asimismo, el secretario general del Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasrolá, acusó a los saudíes de querer incendiar al mundo islámico. Dijo que quienes ejecutaron al clérigo Al-Nimr no fueron suníes, sino políticos saudíes.
La organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW) señala irregularidades en el sistema judicial de Arabia Saudí. Reporta que el número de ajusticiados en un solo año, ha superado el récord del país desde 1980. Este informe tuvo eco.
Analistas internacionales aseguran que las ejecuciones que ordenó la monarquía saudí tendrán un efecto bumerán, pues primero confrontará a suníes y chiíes, que son parte de la población, y después habrá inestabilidad en Arabia Saudí, afectando a la propia casa real.
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