• El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, pronuncia un discurso, 1 de junio de 2022. (Foto: Anadolu)
Publicada: viernes, 10 de junio de 2022 6:19

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, considera la OEA como el “Ministerio de Colonias” de Estados Unidos y señala que el mecanismo no tiene “razón de ser”.

“Queda claro que el Ministerio de Colonias de Washington, también conocido como la OEA (Organización de Estados Americanos), ya no tiene ninguna razón de ser”, repudió el jueves Bukele en un mensaje de Twitter.

Con anterioridad, el jefe de Estado salvadoreño había aseverado que “ya no se puede confiar en la OEA”, porque “promueve una agenda política”.

Bukele informó en junio de 2021 de la ruptura de un acuerdo con la OEA para combatir la corrupción mediante la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES).

El mandatario criticó el jueves el desempeño de la OEA, en un momento en que se está celebrando desde el lunes, 6 de junio, la novena edición de la Cumbre de las Américas —en la ciudad de Los Ángeles en California, Estados Unidos—, a la que Bukele se negó a asistir, por sus diferencias con la Casa Blanca, que lo acusa de abusos a los derechos humanos.

 

En reacción, el Departamento de Estado le recordó a Bukele que la Cumbre de las Américas “es una muy buena oportunidad” para que él “explique su perspectiva a la comunidad salvadoreña en Los Ángeles y a Joe Biden”, su homólogo estadounidense.

Washington critica la dirección que está tomando Bukele, la cual tacha de “autoritaria”. EE.UU., además acusa al Gobierno de El Salvador de corrupción y una serie de “negociaciones encubiertas” con líderes de pandillas.

Bukele ha denunciado una y otra vez la intervención estadounidense en América Latina, que, a su juicio, tiene lugar constantemente y que puede traer graves consecuencias para quienes la denuncian.

Asimismo, censura el papel de la Administración norteamericana en apoyo a la oposición salvadoreña y las protestas contra su gestión a nivel nacional. De hecho, le acusa a Biden de usar el dinero del contribuyente estadounidense para financiar las marchas contra “un gobierno democráticamente electo”.

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