Reuniones tras reuniones, es el ambiente que reina en Bruselas, capital de Bélgica, durante estos días. Los líderes y altos políticos de los 28 países de la Unión Europea (UE) se congregan para ver cómo pueden repartir los altos cargos del bloque comunitario después de las recientes elecciones.
Estas elecciones quitaron el poder dominante a las fuerzas tradicionales de centroderecha y centroizquierda, ya que los votantes giraron hacia los verdes por el “cambio climático”, los liberales por la economía y los nacionalistas derechistas por la situación migratoria. Las reuniones de este martes, no tuvieron otro resultado que acuerdos y desacuerdos.
Los socialistas, con el apoyo del presidente francés, Emmanuel Macron, quien busca mejorar sus pérdidas dentro del país ante los ultraderechistas, quieren formar un liderazgo progresista con Frans Timmermans de Holanda.
Mientras tanto, la canciller alemana, Angela Merkel, que está del otro lado de la medición de fuerzas con Macron, quiere que su candidato, el conservador Manfred Weber, tome la silla Presidencial de la Comisión Europea (CE).
La nueva fórmula, que funciona desde las elecciones de 2014, es conocida como el “Spitzenkandidat” (candidato principal, en alemán) y se basa en que el Consejo Europeo elige al presidente de la comisión, a través de la persona que está a la cabeza de la lista de la fuerza mayoritaria en el Parlamento. Sin embargo, los detractores rechazan este sistema.
Si este atasco institucional continúa, podrá extenderse hasta septiembre, y esto dejará a la UE sin poder tomar decisiones políticas claves, en un momento en que se enfrenta a una Rusia más asertiva, al creciente poder económico de China y a un presidente impredecible en Estados Unidos.
mhn/nii/