“Con esta medida EE.UU. volvió a repetir sus errores gruesos que ha cometido durante mucho tiempo en la región (del Oriente Medio y oeste de Asia), y sin duda, sufrirá sus consecuencias tanto aquí como en otras partes del mundo”, advierte este miércoles el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Bahram Qasemi.
El diplomático persa, que hablaba ante los medios locales, ha llamado a EE.UU. a acatar la petición mundial y así revocar su controvertida decisión sobre la ciudad de Al-Quds (Jerusalén), a donde la Administración de Donald Trump quiere trasladar la embajada estadounidense.
Organizaciones internacionales, incluida la Liga Árabe (LA), condenaron la decisión “peligrosa” de Trump. El consejo panárabe pidió a Washington “que anulara su decisión sobre Jerusalén y que trabajara con la comunidad internacional para que el régimen de Israel se comprometiera a aplicar las decisiones internacionales y a poner fin a la ocupación ilegal e ilegítima de todos los territorios palestinos ocupados”.
Con esta medida EE.UU. volvió a repetir sus errores gruesos que ha cometido durante mucho tiempo en la región (del Oriente Medio y oeste de Asia), y sin duda, sufrirá sus consecuencias tanto aquí como en otras partes del mundo”, advierte el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Bahram Qasemi.
El vocero de la Diplomacia persa ha dicho además, que la cuestión palestina y el tema de la ocupación israelí constituyen temas muy “sensibles e importantes” para la República Islámica de Irán, y que Teherán “seguirá brindando todo el apoyo necesario a la oprimida nación palestina”.
Asimismo, precisa que Irán dará los próximos pasos para apoyar a la nación palestina y rechazar la ocupación israelí después de una cumbre extraordinaria de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) prevista para este miércoles en Estambul (Turquía).
La reunión urgente de la OCI, en la que asiste también el presidente iraní, Hasan Rohani, fue convocada por el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan. El jefe de Estado turco había acusado a Israel de ser “terrorista y asesino de niños” y advertido que EE.UU. participa en el “baño de sangre” al reconocer Jerusalén como capital de este régimen.
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