El espía es identificado como Mahmud Husein Saud, un limpiador de calles en la ciudad de Palmira (Tadmor, en árabe), en la provincia de Homs, que se unió al grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en 2015, después de que la banda extremista ocupara la urbe.
Tras pasar un tiempo con Daesh, Saud fue a la base militar de Al-Tanf, que Estados Unidos ha construido de manera ilegal en el extremo suroriental de la provincia de Homs (centro).
Allí se unió a un grupo armado respaldado por los británicos. Pero, tras la liberación de Palmira de manos de terroristas de Daesh por el Ejército sirio, Saud decidió regresar. Fue en este momento cuando la inteligencia británica se le acercó para ofrecerle ser su espía.
“Los británicos me dijeron a través de intermediarios: Trabajarás como espía. Te ayudaremos. Vaya a Palmira, te daremos dinero y teléfonos y te brindaremos todo lo que necesitas. La tarea es tomar fotos de sitios importantes para la inteligencia siria y los Ejércitos de Siria y Rusia. Tuve que enviar las fotos por Internet”, confesó Saud, según recogen medios locales.
La inteligencia británica estaba interesada en obtener información sobre las posiciones militares de Damasco y Moscú en suelo sirio, para poder planear ataques terroristas contra ellos, agregó el espía.
El Reino Unido y Francia son los únicos socios de Washington que todavía mantienen desplegados sus fuerzas terrestres en Siria. Estos países además apoyaron en abril de 2018 un ataque aéreo de EE.UU. contra el territorio sirio, tras acusar sin prueba alguna al Gobierno de Damasco de realizar un ataque químico contra sus civiles.
El Gobierno sirio no ha autorizado la presencia de las fuerzas occidentales en su país y ha exigido en reiteradas ocasiones la retirada de las tropas de EE.UU. y sus aliados europeos, pues denuncia que estos países ayudan a las bandas extremistas y buscan impedir el avance del Ejército de Damasco frente a los terroristas.
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