En una entrevista con el presentador de radio Hugh Hewitt, al mandatario republicano Donald Trump se le preguntó el miércoles si Estados Unidos le ha dado a Irán la opción de entregar sus centrifugadoras nucleares y uranio o ser bombardeadas, y respondió: “Así de simple”.
Sin embargo, el magnate, conocido por su retórica bélica contra Irán, afirmó que optaba por resolver el tema por la vía diplomática. “Preferiría un acuerdo sólido y verificado en el que realmente las desmantelemos […] o simplemente las desnuclearicemos”, adujo.
En este sentido, Trump dijo que “solo hay dos alternativas: destruirlas a la buena o destruirlas agresivamente”.
Tanto Trump, como su entorno en la Casa Blanca han instado una y otra vez al “desmantelamiento total” del programa nuclear pacífico iraní, amenazando incluso con atacar las instalaciones nucleares iraníes si no se alcanza un acuerdo nuclear con el país persa.
Conforme a los observadores, estas retóricas incendiarias subrayan la hostilidad del Gobierno estadounidense hacia la República Islámica y su programa nuclear.
Esta posición adversaria surge mientras Washington y Teherán mantienen conversaciones indirectas desde marzo para alcanzar un acuerdo nuclear. Hasta ahora se han celebrado tres rindas de discusiones.
Recientemente, el enviado regional de Trump, Steve Witkoff, afirmó que “el presidente quiere que esto se resuelva diplomáticamente, si es posible, así que estamos haciendo todo lo posible para impulsarlo”. Sin embargo, comentarios de Trump contradicen la declaración de Witkoff sobre el supuesto interés del presidente en una solución diplomática.
Estados Unidos y sus aliados, en particular, Israel, han acusado siempre a la República Islámica de desarrollar un programa nuclear con fines militares, pese al rechazo del país persa de que no busca fabricar ni almacenar armas nucleares por imperativos morales y religiosos.
La narrativa occidental —que contradice la de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que inspecciona exhaustivamente las actividades nucleares iraníes— se ha utilizado ampliamente para intentar justificar la escalada de sanciones, las amenazas militares y las operaciones encubiertas contra Irán y su infraestructura nuclear.
La República Islámica ha dicho que no tolerará enfoques basados en amenazas y presiones y remarcado que el enriquecimiento de uranio constituye una línea roja en sus negociaciones con Estados Unido.
Teherán, aunque ha dicho estar listo para alcanzar un acuerdo que garantice sus intereses, ha advertido que responderá cualquier mínima agresión contra su soberanía nacional.
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