Cámara al Hombro: A la espera de un donante
Recibir la donación de un órgano es la única oportunidad que tienen muchas personas para continuar viviendo. En la República Dominicana este es un tema al que le falta un largo camino por transitar para las personas que se encuentran a la espera de un donante.
Cientos de dominicanos libran cada día una férrea batalla contra el tiempo. Son ciudadanos para quienes, al igual que para el señor Andrés Guerrero, de 57 años, recibir la donación de un órgano representa la diferencia entre la vida y la muerte.
La angustia que provoca figurar en esta lista de espera se agudiza al saber que en Santo Domingo la conciencia en torno a este tema es aún limitada.
Esta realidad lleva a que para muchos la espera sea en extremo prolongada, como fue el caso de Luis Feliz, mientras que para otros sencillamente se hace demasiado tarde.
Pese a que el país cuenta con personal capacitado para realizar estos complejos procedimientos quirúrgicos, los elevados costos y el poco respaldo oficial son obstáculos que resultan insalvables para muchos de los que se encuentran en esta especie de cuenta regresiva.
Con todo y dificultades, el panorama del trasplante de órganos en el país ha experimentado paulatinos avances. En el 2015 el rapto y asesinato de una niña, supuestamente con el fin de extraerle partes vitales de su cuerpo, representó un revés para los progresos alcanzados.
La historia de la donación de órganos en República Dominicana se remonta a poco más de 30 años. Las intervenciones de riñón e hígado encabezan las estadísticas, en tanto que en este tiempo solo se han realizado tres trasplantes de corazón, uno de los cuales aún mantiene con vida a la beneficiada.
Pese a que en vida una persona puede autorizar la donación de sus órganos en caso de fallecimiento, los especialistas en el tema explican que en el país los familiares del fenecido siempre tendrán la última palabra.
Se trata de una decisión que puede significar la única esperanza de vida para una persona que esté a la espera de una donación.
Stephanie Andújar, Santo Domingo.
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