Cámara al Hombro: El racismo despierta en Italia
El debate racial estalló en Italia el día en el que un exmilitante de la Liga Norte agarró una pistola y disparó contra seis inmigrantes de raza negra en la localidad de Macerata. Fue la llegada a meta de una ideología tejida en Italia a base de xenofobia y racismo en los últimos años.
Propagada por diversos partidos como la Liga. ‘Italianos, primero’, al más puro estilo Donald Trump, es su eslogan.
Llegan por mar, por tierra y también por aire, como este medio centenar de sirios que ha aterrizado en Italia gracias a los corredores humanitarios de la Comunidad de San Egidio. En su mayoría son niños y llegan con la ilusión de comenzar una nueva vida dejando atrás el sonido de las bombas en Siria.
Sin embargo, los últimos movimientos geopolíticos basados en la contención parecen demostrar lo contrario en el viejo continente. Muchos de ellos, siguen atrapados al otro lado del Mediterráneo.
Algunos partidos en Italia han aprovechado para levantar un muro. Un muro político construido con ataques frontales a la inmigración. Cimentado con un lema claro: ‘Los italianos, primero’. El apego a la raza ha provocado una escalada de tensión en la sociedad italiana en los últimos meses.
Un miedo que ha despertado los peores fantasmas, que ya se creían enterrados.
De los inmigrantes irregulares se ha llegado decir, en boca del líder de Forza Italia, que son una bomba social a punto de estallar y que representan un verdadero peligro para el país. El discurso racista y xenófobo abanderado por la Liga ha sido premiado. Este partido ha multiplicado casi por cinco sus apoyos en las urnas.
La precarización del Estado de Bienestar en Italia se ha traducido en que el 23 % de la población está en riesgo de pobreza, según un informe de la Banca Central italiana.
No obstante, las estadísticas evidencian que cada vez son menos. Aunque desde algunos sectores interesados se intenta convencer de lo contrario.
Desde el sindicato CGIL indican que los migrantes son esenciales para el funcionamiento de ciertos sectores económicos, como la construcción o el cuidado social, para hacer frente al problema demográfico del país o el mantenimiento de las pensiones.
Y estos niños, no quisieron venir a Italia. Fue la muerte, la destrucción de sus casas y colegios, al fin y al cabo la guerra, la que los puso aquí. Su futuro depende en buena medida de la sociedad italiana. A lo mejor quieren conjugar el verbo rechazar o acoger, unos conceptos que siempre han estado presentes en el ADN de este país.
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