Cámara al Hombro: Enfermar y ser pobre en Panamá

Enfermar y ser pobre en Panamá suele ser una mezcla mortal, una triste realidad para una sociedad establecida alrededor de los negocios, donde el respeto por la vida del ser humano no moviliza a las autoridades a proyectar su creatividad en busca de soluciones.

Pagar o morir es la fulminante disyuntiva que enfrenta quien enferma y es pobre en Panamá, donde el acceso a los servicios sanitarios de calidad está determinado, de acuerdo a las posibilidades económicas de cada persona, y a pesar de contar con instituciones como la red de hospitales y centros médicos del Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social (CSS), su deterioro y el de sus instituciones y prestaciones, acrecentado en los últimos 25 años, podría calificarse de perverso.

Si a esta mercantilización le añadimos otros factores determinantes de la salud, como la educación, la nutrición, el cuidado del ambiente o la vivienda digna, las opciones para la población panameña son pocas.

Los especialistas indican que esta desigualdad es impulsada grandemente desde la imposición de políticas financieras determinadas desde el exterior y la disminución en el gasto público social, que mantiene a Panamá dentro de los países que menos invierte en este renglón regionalmente.

La aplicación sistemática de estas políticas y otros procesos burocráticos, muchas veces enredados en tramas de corrupción, como el reciente desfalco de por lo menos 300 millones de dólares a la Caja de Seguro Social, han mantenido a la población panameña en las calles reclamando acceso a medicamentos y tratamientos adecuados, en una lucha que parece no tener fin.

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